Me gustan Ratatat por la misma razón que me encanta zamparme un bocata de calamares: desde siempre me ha parecido que está buenísimo, entra a cualquier hora y, aunque no figura entre la preferencias de los trendies, nunca se pasa de moda.
A estos dos se les ha descrito como “Daft Punk con guitarras”, aunque, ya puestos, podríamos haber afinado algo más y concluir que Ratatat son como los Shadows surcando las olas a ritmo de french touch. Dos años después de su primer álbum, los neoyorquinos vuelven a las andadas con diez nuevos temas atemporales, en las que la voz sigue proscrita y el protagonismo pertenece a un bajo y una guitarra que suenan como sintes y huelen a electro, al post-rock de Pell Mell y a indietrónica a la vez, sin hacer evidente su deuda con ninguno de ellos. No hay demasiadas novedades respecto a su debut, si acaso una mayor diversidad en el tempo que hace de “Classics” un disco no tan directo, no tan susceptible de escucharse en una pista de baile abierta de orejas, pero sí con ciertos matices que alargarán el número de escuchas en un momento, éste, en el que eso resulta cada vez más complicado. Tal vez no sean “clásicos”, como sugiere el título, pero sí adictivos.
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