El presente 2024 vuelve a ser un año en el que el estado de salud del pop se conjuga innegablemente en femenino singular. Tras el fenómeno “BRAT” de Charli XCX o la particular lucha contra la tiranía del single capitaneada por Billie Eilish en su último trabajo, acontecemos ahora a la reinvención formal y expansiva de la estadounidense Clairo, quien logra adecuarse a lo que cabría esperar de su desarrollo natural con un tercer álbum tan nostálgico como hermosamente depurado.
“Charm” nos deja entrever que los tiempos del bedroom pop y el lo-fi han concluido. Si ya en su día Claire Cottrill era capaz de conmover y arrebatar con la mínima expresión de recursos a su alcance, la nueva suma de ingredientes que encontramos actualmente en su fórmula no hace más que jugar a favor de obra, evidenciando que aquellas ideas que en su día fueron apuntadas en formatos más comedidos evolucionan ahora en la dirección correcta.
Sin poner en riesgo ni su identidad ni la emoción de su imaginario, la joven artista natural de Atlanta pone en manos del productor Leon Michels la responsabilidad de llevar a un nuevo territorio los mimbres de su propuesta, coqueteando con el pop revival y el soul blanco. La experiencia pretérita de Michels produciendo a artistas y bandas como Lee Fields, Norah Jones, The Arcs o su propio proyecto, El Michels Affair, es sin duda la clave para comprender mejor los derroteros preciosistas, sofisticados y deudores de otra época por los que ahora transita Cottrill, quien complementa la firma de su mano derecha con una interesante ristra de sobrevenidos y pertinentes referentes.
A fin de no pasarse de frenada vintage y casi reducida a un susurro profundo, la voz de Clairo encuentra el equilibrio perfecto entre el ayer y el hoy, formalizando desde la cohesión y la armonía colores complementarios que suenan familiares y nuevos a partes iguales. La catarsis autobiográfica y reveladora de “Sexy To Someone” nos permite comprobar que la veinteañera continúa encontrando en su música el espacio ideal para recorrer los caminos más dolorosos de la memoria, mientras que los instrumentales de “Add Up My Love” resumen a golpe de batería, tecla y flauta el nuevo ecosistema sonoro en el que ahora crece su honestidad lírica.
Si en “Sling” (21) veíamos a Cottrill cambiar la visceralidad indie de “Immunity” (19) por la contemplación folklorista y reflexiva de voces como las de Joni Mitchell o Karen Dalton, en esta tercera hazaña la vemos convertida en ya toda una Carole King de la generación Z, unificando la festividad más setentera (“Thank You”) con su oriunda melancolía (“Nomad”) y hasta atreviéndose con el jazz-pop más accesible (“Juna”). Un combinado de facetas y escalas con el que Clairo garantiza la atemporalidad de su música y refuerza la trascendencia de la misma, con nuevos ases bajo la manga pero la misma intensidad confesional de siempre.
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