Cielo repleto de naves extraterrestres
DiscosHidrogenesse

Cielo repleto de naves extraterrestres

7 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 12-05-2023
Empresa — Austrohúngaro
Género — B.S.O.

Lo de las bandas sonoras que se escuchan desprovistas de su correlato visual siempre es complicado. ¿Se mantienen por sí solas aunque no hayas visto la película? ¿Merecen el trato de piezas autónomas? ¿Las relegamos al apartado de bonitas rarezas dentro del canon de sus autores o pueden aspirar a ser cimas de sus discografías? ¿Alguien pondría "Selmasongs" (2000) a la altura de "Debut" (1993), por mucho que nos guste?

Me viene a la cabeza todo esto mientras escucho "Cielo repleto de naves extraterrestres" (2023), un trabajo inusual – ellos mismos lo reconocen, claro – para lo que acostumbran Hidrogenesse. No hay textos (salvo en la “Nota de voz” final), no hay estribillos en combustión, no hay un humor tangible (aunque pueda subyacer), no hay apenas luminosidad porque de lo que se trata es de poner música a "La alarma" (2022), la aportación de Nacho Vigalondo a los remakes de "Historias para no dormir": una historia de 52 minutos protagonizada por Aníbal Gómez, Roberto Álamo, Carlos Areces o Javier Gurruchaga, dando vida a dos familias que no se conocen y quedan confinadas en una casa debido a una ambigua amenaza exterior, nada menos que una invasión alienígena.

El encargo era que Hidrogenesse facturasen una música sombría, esencialmente malrrollera, también como una forma de contrarrestar el histrionismo de unos actores propensos al exceso, y ahí puede decirse que el cometido de Genís y Carlos es irreprochable: sus doce cortes destilan ambientación de ciencia ficción distópica, a veces más cerebral (“Relojería de la alarma” o “Mecanismo melódico”, que pueden recordar un poco a Kraftwerk o a la escuela electrónica de Warp, respectivamente) y otras más espectral, como en “Bola de confusión” (nada que ver con el “Ball of Confusion” de los Temptations) o en “Desbordamiento de lo real”, que me recuerda a algunos de los últimos trabajos de Joaquín Pascual en su aplicación de teclados vintage para la evocación de cierta trascendencia. A lo que íbamos: ¿Se escucha con agrado por sí solo? Pues eso ya depende del momento, claro.

 

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