Calle Rock ‘N’ Roll
Discos / Chico Infierno

Calle Rock ‘N’ Roll

7 / 10
Kepa Arbizu — 03-09-2024
Género — Rock

Todo nuevo proyecto musical, por mucho que su configuración recaiga sobre nombres de dilatada trayectoria, significa un ejercicio tan ilusionante como arriesgado. Cuando la biografía de una banda comienza de cero, ni tan siquiera la experiencia y el aval que proporciona un currículum lustroso de sus integrantes puede evitar el sentimiento de estar embarcándose en una empresa supeditada a esa -siempre injusta- moneda lanzada al aire que supone encontrar un espacio en el, por momentos, colapsado territorio discográfico. Porque referirnos a Chico Infierno es en realidad descubrir a componentes que han ejercido su protagonismo alimentando diversas escenas y otros tantos géneros, incluso el jazz, a través de bandas como Peachy Joke, Governors o Jah Riot. Pluralidad de antecedentes que si a priori dificultan prever la orientación escogida para bautizar su identidad común, el título de su segundo disco, “Calle Rock ‘N’ Roll”, funciona como una expeditiva declaración de intenciones a la hora de desvelar el origen de sus ritmos y del propio concepto emocional de la formación.

Continuación de un primer episodio, “Locura”, que ya instalaba su radio de acción en un sonido clásico y deudor de la vieja escuela (parafraseando uno de sus actuales versos), su actual grabación agranda el ya palpable dinamismo estilístico visible en su debut para, al mismo tiempo que expande sus límites compositivos, apuntalar una significativa y particular manera de tomar al asalto un territorio regado por viejos predicadores de chupa de cuero y adoradores del magnetismo que sigue irradiando el mal camino. Una lírica canallesca enunciada desde la voz rasgada pero sugerente de su cantante, Pako Ramos, que encuentra acomodo en un entorno flexible gracias a la versatilidad del resto de la banda y a la incorporación de novedosos elementos instrumentales. Adhesión palpable en la contundente sección de metales que acompaña al inaugural tema homónimo, que, como tal, es toda una vindicación de los trovadores surgidos entre charcos y oscuridad expresada bajo un vigoroso rock and roll que suena a unos Nuevo Catecismo Católico a los que intercambian su áspera pegada por un pegadizo matiz de épica crepuscular. Una pertenencia que volverá a ser especialmente tratada en el tema final, “Soy rock ‘n’ roll”, que podría pasar perfectamente por ser una pieza firmada por un Loquillo primigenio menos henchido de ego y más preocupado por interiorizar la falta de futuro lejos de los cuatro acordes que llevan años salvando a tantos seres esquivos a integrar el rebaño.

Un ácrata sentido de la vida que queda expuesto entre unas machaconas seis cuerdas que sirven de banda sonora para la húmeda y libidinosa “Dame más” o que se deslizan pizpiretas para arremeter contra la dictadura de las apariencias en “Clases sociales”. Acercamientos románticos regados de sustancias prohibidas y nostalgia que integran en la ecuación a otros ilustres renegados como Burning, un pilar esencial en la construcción de la idiosincrasia de Chico Infierno, tal y como ratifica “Héroes”. Santoral de honrosos malditos al que se podrían sumar, incluso más que por la propia puesta en escena de su sonido por la confraternización en cuanto a actitud, Ramoncín en sus mejores tiempos o La banda trapera del río, siendo sin embargo Corcobado quien impone su efigie en la visión existencialista y desgarrada de “Fuego”.

Sin abandonar esa querencia por rastrear los bajos fondos sonoros que ya pasa por ser una marca distintiva de este proyecto, dicho trayecto también les ubica alrededor de otro tipo de desarrollos, siendo de todos ellos el blues, que se asoma al precipicio en “Destino” o que ronronea en “Estoy loco por ti”, otra vez situando su epicentro en La Elipa, un ingrediente llamado a ser parte consustancial de su genética. Menos estructural, pero especialmente infalibles para colorear el resultado final, se muestra el paso fronterizo, como si de unos Radio Futura menos aseados se tratasen, que delimita “Dando tumbos” o el toque cabaretero, y por lo tanto agitado, propio de Le Punk, de “Soledad”. Múltiples acentos que reptan entre un panorama pretendidamente sórdido para dotarle de todavía mayor envergadura, logrando así que con su segundo disco, Chico Infierno, agiten con más brío una bandera encabezada por el tridente luciferino y hagan del rock and roll un libro de ruta que en su guía para esquivar la anestesiante normalidad consigue erizar la piel.

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