Era más que previsible que ese espíritu ubicuo, inquieto y de incontinencia creativa de Jose Guerrero, además de a través de sus numerosas aventuras (Jupiter Lion, Cuello, Rastrejo, Segunda Persona), buscara, tras el cese de actividad de Betunizer, una nueva vía de escape abierta a la libertad artística y la explosión sonora. En Chavalan, Guerrero continua caminando junto a Marcos Junquera (su versatilidad sigue siendo digna de estudio) y Santi García (a los mandos), y a ellos se une Jussi Folch (Aullido Atómico, Retraseres).
El nuevo formato, fundamentado en las infinitas posibilidades que pueden emanar de la combinación de dos bajos y una batería, sigue evidenciando esa bendita obsesión por el impacto sonoro abrasador al servicio de continuos y soberbios pasajes rítmicos, así como la pasmosa facilidad que sigue gastándose Guerrero para concebir piezas tan concienzudamente imbricadas que, por contra, resultan tremendamente sencillas de digerir y memorizar. Los vericuetos frecuentados, con sus baquetas, por Junquera resultan maravillosamente desconcertantes ("Hola mal", "Bailes de salón en el salón de nadie" y, sobre todo, "Siempre deseaste esta situación").
Además, las estructuras y riffs propuestos por las ocho cuerdas de Jose y Folch, a veces zarandean y abofetean ("Comandante interior"), a veces plantean engañosa serenidad ("Fina templanza", "Abusón"), y, por momentos, llegan a traspasar la perfección ("Gran poder"). Si a esto unimos la (aparente) comodidad mostrada por Jose, tanto para cincelar textos tan absorbentes y desconcertantes, como para seguir manteniendo ese registro vocal marca de la casa (certero en el tema que da título al disco), aquí potenciado con vistosos efectos (el vocoder de la mencionada "Gran poder"), coincidiremos en que nos hallamos ante una criatura que camina directa a la gloria.
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