La libertad creativa de CHAI como banda vuelve a manifestarse una vez más. “WINK” las coloca en una nueva postura a la que no se habían enfrentado antes. Sacan su vena más introspectiva, cuidada y minimalista. Con la intención de construir así un largo redondo que supone un enorme salto de madurez para uno de los proyectos más rebeldes y frescos del mercado. Siguen siendo una banda con un necesario mensaje feminista y de crítica social. Sin embargo, la pandemia las ha llevado también a volverse más nostálgicas e intimistas. A explorar todo el background del grupo y a poner sobre la mesa recuerdos y emociones que han terminado convertidas en nuevos temas.
Aunque el pop continúa dominando los pilares sonoros de la banda. “WINK” se aleja un poco del toque punk de anteriores proyectos y se centra en el rnb contemporáneo (evolución natural si tenemos en cuenta que uno de los grupos de referencia de CHAI es The Internet). Es la primera vez que CHAI recurre a ayuda externa para desarrollar un álbum. Y también es la primera vez que graban un disco completo desde casa y no en un estudio (a través de Zoom y Garageband). Sin embargo, está claro que la banda no buscaba un sonido maquetero en el proyecto donde dominara el DIY y que, además, al profundizar en nuevos géneros necesitaban oídos externos que les dieran mayor seguridad para este salto. Es ahí donde entra en juego la producción de Mndsgn para la parte más hiphopera (Doja Cat; Tyler, The Creator) y, por otro lado, la de YMCK, especialistas en 8-bits, para revalorizar temas electro-pop como “PING PONG!” dándoles el lugar que se merecen en el álbum. Eso sí, CHAI siguen conservando su “buenrollismo” ya que, aunque se hayan vuelto más melancólicas que de costumbre, tiran de referencias pop y metáforas que logran sacarte una sonrisa. Un claro ejemplo de ello es esa oda a los donuts que es “Donuts Mind If I Do” donde hablan de la fugacidad del amor, invitándonos a valorarnos y a disfrutar del presente (con un adictivo estribillo y abriendo el álbum por todo lo alto).
Los mensajes de CHAI siempre son poderosos y sobre todo positivos. La banda tiene claro el mensaje a transmitir a sus seguidores y cómo contarlo para captar la atención del mayor público posible. Un ejemplo de ello es “ACTION”, una alerta sobre las desigualdades del siglo XXI y la necesidad de ponerse las pilas para encontrar soluciones. Inspirada en el movimiento “Black Lives Matter” del pasado año, CHAI acuden, sobre la base más clubbing del disco, a las nuevas generaciones para que abran los ojos y luchen (“Action is more tan words… Be the change that you want to see”). Por otro lado, en “Nobody Knows We Are Fun” juegan con la ironía, hablan de la originalidad, los prejuicios y los prototipos marcados por la sociedad. Y “Maybe Chocolate Chips” cuenta con la colaboración de Ric Wilson en un tema de corte rnb, beats profundos, bellos y luminosos. Canción escrita por YUUKI, bajista, en la que nos cuenta una historia de amor y nos enseña a querernos a nosotros mismos tal y como somos. A aceptar cada una de las partes de nuestro cuerpo sin complejos, como ella hace adorando sus lunares.
Como dijimos al principio, hay una gran carga dreamy y nostálgica en este nuevo álbum de CHAI. Y la explosión de este lado más intimista llega curiosamente al cerrar el disco. Primero al encontrarnos con “Wish Upon A Star”, una balada j-pop que profundiza en el lado más dulce de la banda sobre una base delicada y minimalista. Y segundo, por ese breve cierre sobre teclados que es “Salty”, compuesto por MANA, que nos transporta perfectamente a esas tardes encerrados en casa del 2020 en las que no parábamos de meditar sobre el futuro, un pasado mejor y el paso del tiempo.
Con su primer álbum para Sub Pop, CHAI firman una propuesta que se disfruta de inicio a fin. Repleto de subidas y bajadas emocionales. Que te hace reflexionar, emocionarte, llorar y bailar a la vez. Con tres largos en el mercado, la banda no ha bajado del notable con ningún lanzamiento. Y este incluso las coloca cerca del sobresaliente al salir airosas de ese pop extravagante al que nos tenían acostumbrados. “WINK” es un disco para degustar sin prisa, para comprártelo en vinilo, ponerlo en casa en esas terribles noches de 40º en verano, cerrar los ojos y olvidarse de todo. Sin juzgar a los líderes del mercado musical asiático, da gusto ver cómo propuestas como estas se saltan cualquier tipo de estereotipo marcado por la industria más comercial. Y, a expensas de ser conscientes de las limitaciones para ser reinas en su país de origen, no tienen miedo a experimentar, sentirse orgullosas de sus referencias occidentales, crecer y romper así cualquier tipo de barreras impuestas.
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