Uno de los grandes representantes de la edad dorada de la música disco europea, Marc Cerrone, regresa al mercado con un trabajo plenamente instrumental, algo que nunca antes había hecho. El motivo de la propuesta se esconde dentro de la creación del propio disco. Cerrone ha engendrado este nuevo elepé encerrado en las pistas de baile, ejerciendo de DJ, mientras revisaba en directo sus grandes clásicos de siempre para un público más que agradecido. Este ejercicio le ha llevado a crear un álbum único que actúa de forma prontuaria a la vez que innovadora.
“DNA” se muestra fresco y rejuvenecido, heredando la genética de discos que le encumbraron a la fama, como “Supernature” (1977), pero aportando matices muy pulidos emparentados con el house discotequero en los que las conocidas percusiones de este maestro se muestran más vivas que nunca. Y es que Cerrone no piensa cejar en el empeño de crear obras sofisticadas en las que lo retro y lo futurista se dan la mano. No podemos hacer otra cosa que caer rendidos ante la magnificencia de cortes como “Prediction” o la magnética “Let Me Feel”, el único de los cortes de “DNA” en el que descubrimos un conato vocal tamizado por vocoder. Aunque a primera vista pueda llegar a intimidarnos la idea de enfrentarnos a nueve temas exentos de vocales y colmados de líneas de sintetizador, Cerrone vuelve a demostrarnos que lo atrevido siempre es vistoso si sabes cómo hacerlo. Su secreto se basa en esa acertada interconexión de canciones completamente independientes y personales que vertebran un álbum diseñado para no parar de sorprendernos durante sus tres cuartos de hora.
“DNA” supone un verdadero intento de superación personal para este maestro francés, algo difícilmente alcanzable teniendo en cuenta la nutrida lista de éxitos con la que cuenta.
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