A alguien como Paul Weller se le pueden permitir esta clase de licencias. Doce después de su primer directo en solitario (“Live Wood”) y a tan sólo cinco de su grabación en vivo y en acústico (“Days Of Speed”), el modfather se nos descuelga con un nuevo artefacto, esta vez en formato doble, que vuelve a registrar sus enérgicas prestaciones en directo.
A alguien como Paul Weller se le pueden permitir esta clase de licencias. Doce después de su primer directo en solitario (“Live Wood”) y a tan sólo cinco de su grabación en vivo y en acústico (“Days Of Speed”), el modfather se nos descuelga con un nuevo artefacto, esta vez en formato doble, que vuelve a registrar sus enérgicas prestaciones en directo. Y lo que podría no pasar de un simple tentempié en espera de buenas nuevas (y la última, “As Is Now”, lo era sobradamente), se convierte, por obra y gracia de su proverbial oficio sobre los escenarios y de la soberbia banda que le acompaña desde hace años, en una deliciosa demostración de la excepcional vigencia de prácticamente todas las etapas de su carrera. Mientras que su primera mitad destila con concisión todo el vigor rythm’n’ blues de sus mejores entregas de la última década (“The Changingman”, “Peacock Suit”, “Out Of The Sinking”), su segundo disco se convierte en una sonora celebración de un cancionero en el que conviven con naturalidad los tiempos de The Jam (“In The Crowd”, “That’s Entertainment” y “A Town Called Malice”), los de The Style Council (“Long Hot Summer” y un “Shout To The Top” de antología) y los de su más reciente entrega (“Come On/Let’s Go”). Este directo, grabado el 5 de noviembre del 2005 en el Alexandra Palace londinense, puede ser tan poco novedoso para el ya versado en su obra como recomendable a modo de remedo de recopilatorio para el no iniciado, pero no por ello deja de subrayar la inmarcesible coherencia y la dignísima madurez de su artífice.
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