Hermano, en muchos sentidos, del “Colección de favoritas” (DRO, 1999) de Los Sencillos, el debut de Miqui Puig en solitario tiene todos los ingredientes para convertirse en ese gran álbum que el de L’Ametlla anhelaba. Canciones perfectas (y no una, sino varias), estribillos desarmantes, vientos, cuerdas y una pasión de fan que Puig exhibe orgulloso como nunca. Fan del r’n’r y del tecno-pop, sí; pero sobre todo del pop en mayúsculas.
De Berlanga, Morrissey, Pulp, Saint Etienne, Pet Shop Boys, Lali Puna y Family, sí; pero también de Niza y Les Très Bien Ensemble (Silvia y Suzette cantan en “Casualidades”, la canción), de Duncan Dhu (Diego Vasallo hace lo propio en “Tipo Loft”) y Jeanette (sólo los imbéciles pueden ver friquismo en la es-ca-lo-frian-te colaboración de la diva de los sesenta).
Entre las novedades, inflexiones vocales menos afectadas, ocasionales aires jazzies y resolutivos guiños a la rítmica del soul (aquí y allá baterías, bajos, hammonds, guitarras y vientos), responsables de la impecable cadencia de un álbum tan y tan pop. Entre los ganchos para el devoto, el rescate de esas frases pegajosas para corazones modernos marca de la casa. En definitiva, un disco sofisticado, mágico y seductor como -pondría la mano en el fuego- pocos se editarán este año. Esta vez está claro. Al final, el chico gana.
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