Superstar
DiscosCaroline Rose

Superstar

7 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 30-03-2020
Empresa — New West records
Género — Pop

En los primeros segundos del videoclip de “Feel The Way I Want” se puede ver a Caroline Rose equivocando la Hollywood de California por la Hollywood de Florida, perdiendo la ocasión de llegar a tiempo a una audición. El final del mismo es no menos descacharrante; se la ve salir de otra de esas audiciones luciendo un disfraz de langosta, insistiendo (por si las moscas) en recibir la ubicación de la próxima audición en el móvil para no volver a cagarla, y escenificando con ello la veta más absurda de ese sueño americano en pos de la celebridad. Un estatus al que ella, detentora de canciones que apenas rozan los millones de reproducciones en streaming –solo dos, vaya– ni ven la luz bajo una gran multinacional, aún le queda lejos. El sentido del humor, la capacidad de reírse de sí misma, lleva al menos un par de años siendo una de las mejores armas de la neoyorquina, y en este cuarto álbum se entrega en cuerpo y alma a la ridiculización de esa quimera. Al rol de la antiheroína, sublimado desde su propio título, “Superstar”, y esa portada en carnal y plástico rojo pasión.

Ha ganado en brillo sintético, elasticidad como intérprete y capacidad para proyectar sus efervescentes canciones a públicos más amplios, pero su empeño por retratar las contradicciones de la fama la ha hecho apostar a un solo caballo. Y con ello, perder algo de la espontaneidad, la frescura y la diversidad de registros que hicieron de “Loner” (18) uno de los mejores artefactos pop del mundo mundial hace un par de años. ¿Significa eso que ha extraviado el mojo? Ni mucho menos. Caroline Rose sigue molando por derecho propio, aunque ahora su música evoque muchos más paralelismos con mujeres de la misma generación. Canciones como “Nothing’s Impossible”, la propia “Feel The Way I Want” o “Back At The Beginning” serían hits estratosféricos en un mundo perfecto. “Freak Like Me” o “Pipe Dreams” demuestran que sigue moviéndose como pez en el agua en los sinuosos claroscuros de una propuesta que ha evolucionado una barbaridad desde sus inicios, cuando empuñaba una guitarra, merodeando terreno country y folk. El solo hecho de pensar cómo pueden ensamblar estas nuevas canciones en sus directos es para frotarse las manos.

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