En los mandamientos no escritos de la crítica musical hay uno tan o más importante que el ‘No matarás’ para los cristianos, se trata del siguiente: No copiarás ni leerás la nota promocional del disco que vas a reseñar. Evitar la hoja de promo te permite acercarte virgen al tema y emitir un juicio que no se ve nublado por las palabras de otro. Ahora bien, como todo, hay excepciones. Más si esa pequeña nota de prensa está escrita por la autora del álbum y produce alguna sonrisa.
Caroline Rose cuenta que "Loner" es el diario sonoro de sus últimos y accidentados dos años de vida. Una temporada a lo largo de la que, entre otras cosas, se apuntó a Tinder, se echó una novia, pintó su piso con cola, se separó y aprendió que el mundo moderno era y es un lugar terrible. Con esa descripción uno podría esperar un disco cortavenas, pero no, es justo lo contrario. Rose contrarresta y trasforma la ansiedad, la frustración y los sueños truncados de esa etapa de su vida, en una colección de canciones que se canturrea desde la primera escucha y que te anima a dar saltos y a hacer el tonto. Rose parece decirnos lo siguiente: para superar algo malo, lo mejor es enfrentarse a ello con humor negro y con ganas de patear culos.
En "Loner", la neoyorquina reivindica el pop de Blondie y The B-52’s pero lo hace sin caer en lo rancio o en lo demodé. Si esos grupos surgieran ahora, sonarían un poco como lo hace Rose aquí. Y es que los teclados nuevaoleros que se pueden escuchar en hits como "Cry", "Jeannie Becames A Mom", "Bikini" o "Soul No. 5", son la mar de molones y animan el día más gris.
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