Víctimas de un agotamiento vital que arrastra su generación, se podría hablar de ellos como unos auténticos supervivientes. A Carolina Durante los dos años de pandemia que llevamos les han puesto al límite. Su álbum homónimo arrasó en todos los sentidos en 2019, se comieron cualquier tipo de festival que te puedas imaginar, el publicó se enganchó a esos temazos que no paraban de encadenar y les elevaron como auténticas estrellas. Pero, de repente todo eso desapareció, pasaron del todo a la nada en un solo año. Se cancelaron los conciertos, se vieron forzados a no ser libres a la hora de evolucionar como banda por el confinamiento, a no disfrutar de los directos, a encarcelarse a base de sillas; y terminaron asumiendo que lo que vivieron en su año dorado podría tratarse de un simple espejismo. Pero, por suerte, no ha sido así evidentemente y “Cuatro Chavales”, su segundo LP, sirve como el álbum de consolidación del sonido que tantas alegrías le ha dado a la banda. Su proceso creativo les ha regalado una profesionalización que inunda todo el disco. Ahora son mejores en lo que ya hacían de lujo y regresan cargados de nuevos temazos. Un repertorio que no solo quemaremos en este 2022 como nunca, sino que tiene el suficiente peso como para madurar muy dignamente.
Es un disco continuista y siguen apostando por esa vena punk, junto a esa inspiración shoegaze, sobre la que construyeron su identidad. Apuestan una vez más por Bernardo Calvo en la producción y, junto a él, aparece la figura de Carlos Hernández. Dos grandes guías que les han ayudado a sacar brillo a unos temas construidos entre los cuatro a base de sudor encerrados en el local de ensayo. Muchas guitarras, baterías muy potentes y una mezcla final que calló en manos de Duncan Mills (Miles Kane, The Vaccines) con el que ya trabajaron en el EP “Del Horno a la Boca”. Aunque han huido de construir un álbum pandémico, pese a que la mayoría de canciones salieron de esa etapa, sí que han presentado una vez más un compilado que resume muy bien lo quemada que ha acabado la peña de todo esto y lo poco que le han dejado vivir. “Moreno de contrabando” nos recuerda ese verano de 2020 en el que el hastío vital tenía un gran peso y cómo siguen siendo capaces de crear verdaderas bandas sonoras que perduran en el tiempo sin llegar a agotarse. Otro ejemplo de ello es esa “Yo soy el problema” en la que potencian la parte más melódica del grupo y sentimos a Diego abrirse a base de negrura e impotencia como un buen líder de indie-pop (“El negro combina con todo: con mi futuro, con tu pelo, con tus besos, con el Gobierno, con los dioses, con los recuerdos de tu cara”).
Al otro lado, está claro que quieren ponernos a bailar por todo lo alto, que gritemos mucho de nuevo y darnos lo nuestro. Todo aquello que nos robaron y tanto necesitamos de una vez por todas. Incluido una buena dosis de amor del bueno, del que le han dado a Messi en “10” besando su cromo futbolero (“Oh mi capitán, lo que tú has sido. Seguiré celebrando tus goles en otro equipo”) y atacando a sus traidores. Con “Urbanitas”, han vuelto a construir un tema redondo, eficaz y coreable. Una canción que tacha esa manía de vender la naturaleza como un auténtico paraíso y la ciudad como el infierno (“Llevo cuatro días en el puto campo y ya estoy deseando volver. La madre naturaleza para un rato está muy bien, pero hecho de menos la gente, el acero, el cemento, mi piel reseca y a los yonkis”). Porque a ellos lo que les gusta es el cemento con toda su contaminación y sus defectos. Una pieza divertida, punkarra y en la que mejor se conserva ese espíritu ochentero de banda madrileña que levantan como bandera. Algo que, por suerte, también aparece en la potente “Famoso en tres calles” que les sirvió de adelanto y aúna de lujo lo que es Carolina Durante como banda. Una canción modelo del grupo, de las que en un futuro pondremos de ejemplo para hablar sobre algo que “suena a Carolina”.
Se les ve tranquilos con este nuevo lanzamiento, da gusto, no hay obsesiones ni ambiciones que puedan sabotear la esencia del grupo. “Cuatro Chavales” ha llegado más bien para liberarles por fin del peso de tener que estar a la altura con un disco de regreso. De las exigencias por ir un paso más allá y dar un nuevo salto obligatorio. Aunque, por otro lado, lo están. Con el poco tiempo que llevan en el mercado, ellos han sido mucho más listos, han preferido evitar sorpresas y huir de la obsesión de los cambios constantes. Carolina Durante suenan ahora mejor que nunca con esta entrega y, además, siguen siendo un poco para todos los públicos. Son una banda para todos los gustos, de las buenas, y aún así mantienen su autenticidad pese a no ser algo fácil. Lo lograron desde que asomaron la cabeza en la industria y con este álbum lo potencian. Diego confesó que este disco podría suponer un punto y final a la hora de cambiar el rumbo del grupo. Que, posiblemente, el tercer LP de Carolina Durante avance hacia otra dirección y conozcamos nuevos mundos relativos a este aplaudido proyecto. Mientras tanto, lo mejor es no pensarlo, pillarse un buen mini de cerveza y reventarnos a saltar en la próxima gira porque nos va a venir demasiado bien vivir un poquito más.
Álex Jerez
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