Carmen Xía vuelve a arar las heridas, los sentires, poderíos y fatigas del pasado y del presente, aireando la tierra y arrancando malas hierbas a base de raíz andaluza, vanguardia coplera y flamenca a ritmo de rap, bajo un bombardeo de beats urbanos que laten desde el cariño, el empoderamiento femenino y el cuidado mutuo de los cuerpos. Ya nos dejó “orgullosa cicatriz” con los once cortes de su debut, “La Herida” (22), sobrada de compás y voz propia, como si la sangre de Martirio, Gata Cattana, La Paquera, Lauryn Hill y Lola Flores fluyera (dejando atrás las penas) por alegrías, desbordándose en un campo de olivos, con aroma a romero y azahar, hasta llegar a la costa gaditana que se funde por siempre con África.
Así, con acento y con la peineta bien afilá por si hay que clavársela (con mucho arte) a alguien, abre “El Cuerpo”, conquistándonos a la primera, escapando y sumergiéndonos en la ansiedad y estrés con la copla ravera inicial, “Awita”, empapada de drum and bass y letras (todas de altos quilates) made in Xía: “Pasando fatiguitas dobles / y hasta el día de cobrar, / escucho tantas mentiras, / estoy asalvajá. / Dime quién contó la historia / que está tan mal contá, / las andaluzas queremos más trabajo y libertad”.
Ecos arábigos y del lejano oriente se mezclan con el sudor y lucha de los cuerpos, con quejíos, palmas, pulso electrónico y fraseos que huelen a hierbabuena y puchero de abuela, de madre trabajadora, de “Marujeo” que une en los patios de vecinos, al fresco de la calle o al calor de esa “Candela” que deja marca y no olvida el corazón.
Suzio Tarik a la producción y colaboraciones que van de las raperas Tribade y Bewis de la Rosa en la balacera de rap noventero “Todo por la pasta”, a la hechizante y envolvente lisergia de “Mardita la incertidumbre”, con Califato ¾ y Andrea Santalusía tejiendo ese mal de amores, celos y sinvivir del que hay que huir cuanto antes; hasta llegar al espectacular broche final de los ocho minutos de “Andaluces de Jaén”, junto a los sevillanos Canastéreos, con Xía quemando las naves en una pieza que se antoja aquelarre catártico en vivo, rebosante de psicodelia, electrónica, pellizco, sabiduría popular que desenmascara mentiras interesadas y poesía que une a los pueblos, con estallido rave final entre olivares incluido. “Unidos al agua pura / y a los planetas unidos, / los tres dieron la hermosura / de sus troncos retorcidos”.
Ya lo dijo Cattana: “Será mejor que trates mejor a esas bitches, no sea que de repente me escuchen y se compinchen”. Unidas y fuertes, en la impureza del arte y de la sangre que brota del dolor, de esa pena jonda de la que florecerá la alegría final; con oda abierta a la menstruación en la divertida y afilada “Premenstrual”, hermanada con el romance de “Sangre sucia” de Ángeles Toledano, latido y honda expansiva compartida e imparable que Gata aplaude allí donde esté: “Tú nunca estarás sola, amiga, porque te quiero”. Vínculo irrompible que crece imparable, emocionante, cegador y enérgico en estas nuevas trece canciones de Carmen Xía que, como recita en “Blanco y Dorao” (en dos partes que te erizarán la piel): “Tus heridas son las mías. Acuérdate de la promesa: Juntas pa siempre, hermana, en esta y en las que vengan”.
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