Carmaline

Un grupo que se bautiza en honor a una vieja canción de Orange Juice no puede ser malo.

Y este dúo dista mucho de serlo, pese a que un amigo mío desconfía por sistema de los grupos suecos, a los que acusa de copiar siempre. Este debería romperle los esquemas, porque si bien en la música de Wan Light aparecen rastros de la canción de autor de Galaxie 500 pasada por filtros electrónicos –a veces un simple piano-, de la grandeza atmosférica de unos Flaming Lips remezclados por Lali Puna o hasta de Coldplay cantando a Sigur Rós (“That Grim Reality”) el resultado es tan fascinante que no admite comparación más que con lo que uno mismo admite interiormente que le emociona. Y “Carmaline” puede salir victorioso. A menudo los mejores discos asoman tras nombres y portadas inesperadas y se pierden entre centenares de otros mediocres. No sé qué debería escribir para llamar la atención sobre éste, pero si “The Beehive Kid”, “The Eskimo In Me”, “Airborn”, “Television Crews” y demás pasan desapercibidas es que nos hemos vuelto todos locos y definitivamente se publican demasiados discos.