Laura Veirs nos enamoró y encandiló en la gira que la trajo por aquí el pasado verano -por cierto, vuelve dentro de un mes tanto en solitario como de telonera de I Am Kloot-, y aquellas actuaciones nos enseñaron que, aún con las maneras de las grandes, aún le quedaba algo para tocar techo. Laura Veirs se manejaba entre una artista folk inocentona por pulir y una gran artista capaz de ofrecer un segundo disco mucho más ambicioso.
La principal virtud de esta cantautora de Seattle continúa siendo la sencillez, sólo que ahora adopta un rol de músico total, ambientando a su manera cada unas de las canciones. De ahí que sea capaz de recogerte en su regazo con el banjo de "Icebound Stream" o "Anne Boney Bag", incluso de hipnotizarte con una hermosa nana ("Rapture") en la que tu voz te sobrecoge mientras habla de Kurt Cobain y Virginia Woolf. Aunque, como no sólo de penas vive el ser humano, también sabe mostrar optimismo en "Wind Is Bloming Stars" -de preciosos arreglos de cuerda-. Posiblemente estemos ante el disco de consagración de una artista con mucho que aportar en el futuro.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.