El grupo francés Caravan Palace lleva casi dos décadas demostrando que las pilas de su robot no se agotarán jamás. Así lo demuestra su nuevo trabajo, “Gangbusters Melody Club”, una mezcla chiflada en la que el jazz, el swing y el sonido disco vuelven a ser tendencia. En este quinto álbum de estudio –segundo desde que se aventuraron a crear su propio sello–, la formación mantiene su sonido característico, aunque se aleja sutilmente de su anterior “Chronologic” (19): esta vez el voltaje es más bailón que nunca.
Temas adictivos y alocados que esconden géneros en cada compás: el espíritu juguetón y experimentador del grupo se palpa en todo momento. La sonoridad es la reina, y poco importa si las letras tienen o no demasiado sentido. Prueba de ello son los samples que salpican prácticamente cada canción y con los que consiguen esa dimensión antique que les funciona tan bien. Porque Caravan Palace combinan lo old fashion con electrónica, house o big beat sin sonar a “copia-pega”. Ni mucho menos. Lo suyo es un sonido vintage capaz de mantener una rabiosa actualidad.
Tal y como “Lone Digger” hizo volar por los aires Internet en 2015, los “MAD” o “Mirrors” de este elepé han vuelto a estallar en redes. El mérito también lo tienen sus vídeos lunáticos que completan ese universo retro futurista (y que incluso pueden hacer sentir empatía por unas cucarachas animadas…). La espléndidamente “brasseada” y soleada “Reverse”, con el toque oscuro en sus versos, hace desear un poco más de profundidad en el resto de las piezas, aunque la maestría en la producción de “City Cook” –que poco tiene que ver con la cocina– sacia cualquier queja. En definitiva, sonido de jazz de sótano en su vertiente más pop que mueve a cualquiera que se atreva a entrar en su club.
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