República

Hablábamos hace poco un amigo y yo sobre cómo lo peor no es que una relación se acabe, sino el no volver a saber nada de esa persona, y sobre cómo nos resulta tremendo que esa sea la consecuencia lógica para mucha gente: thank u next, literal. No entendíamos (salvo evidentes excepciones) la facilidad con la que alguna gente se quita de encima a otra persona con la que ha compartido tanto, con la que ha creado una lengua propia. Porque seguro que alguna vez habéis oído eso de que cuando una pareja se rompe, se muere toda una lengua, o más, una casa, un país. Una república. Pero no siempre es cierto. O, al menos, no muere del todo - 'República' es, en cierto modo, una prueba de ello.

En el texto interior del disco, Pablo Pérez Real AKA caracazador empieza diciendo “una mañana gris en la montaña soltaste 'qué bien se está aquí' y nunca más volví a oír una verdad tan real y clara como aquella”; ese “aquí”, ese hogar, es muchas veces un sinónimo del amor a lo largo del tracklist. No solo porque 'DIOS BENDIGA ESTA CASA' y 'CASAMURADA' se titulen así, sino por lo que hay en otras canciones: 'FALLA' deja abierto a la interpretación si se refiere a su amante o a su tierra (aunque el “dondequiera que marche, a la mar yo volveré” parece despejar dudas), 'REPÚBLICA' canción vuelve a hacer esa identificación de amante/hogar, y ambas cosas parecen fusionarse en 'PARLAMENTO' con eso de “contigo todos los sitios parecen siempre nuevos lugares”. Hay incluso un 'HIMNO' creado y entonado con precisión como tal, y que contiene el que es probablemente uno de los versos en castellano más bonitos del año: “aunque seas mi amado, te amo como a un hermano, como el viento ama al aire, como mi madre a mi padre”. Y eso que el listón está alto en un disco que nada más empezar contiene algo como “qué bello pensar tu nombre rima con amigo”.

Lo hermoso de 'REPÚBLICA' no está solo en las letras, también en la manera en que conjugan melodía y producción, con esa mezcla de folclore, electrónica y querencia pop. A lo largo de este trabajo se nos vienen a la cabeza nombres tan dispares como Sufjan Stevens, Caroline Polachek, Moby, Vicente Navarro o The Blaze... o los propios _juno, por supuesto. 'DIOS BENDIGA ESTA CASA' recuerda en su inicio a (la otra) '_Casamurada', no sabemos si como un guiño un tanto meta, porque el segundo LP de caracazador es el primero bajo GOZZ Records, siendo el gaditano el primer fichaje del sello. Por tanto, era esperable que gustase tanto a los seguidores de Zahara como a los de la banda formada por ella y por Martí Perarnau. Pero 'REPÚBLICA' logra no solo eso, sino lo realmente difícil: crear un mundo propio y, con ello, una base de fans propia para su autor.

Esta hazaña la alcanza también manteniéndose fiel a su propósito, el de hablar de distintos momentos de esa relación. Dos canciones excelentes parecen hablarse entre ellas, por ejemplo. Se trata de 'MI ROSTRO', que adapta versos de Lorca sumándolos a otros suyos y a jadeos para hablar de “pronunciar tu nombre en la noche más oscura”, y de 'DRIM', que pese a decir “tumbado en cuatro” tiene menor carga sexual. Porque el deseo parece aquí haber desaparecido, y eso le lleva a reflexiones como “mi cuerpo ha comenzado a darme asco y creo que a ti también” o “¿hay amor por mí o hay amor por algo que fui?”. En los cortes hay espacio incluso para narrar ('CASAMURADA') cómo los ritmos del capitalismo, y quizás nuestra incertidumbre como generación, puede hacer mella en algo invencible (eso creemos, ¿no?) como el amor.

Pero, cuando termina la última canción, me acuerdo de las palabras recientes de Ethel Cain reivindicando la intensidad frente a la “epidemia de cinismo”, porque este disco es todo lo contrario. Es no fingir que te la suda lo que viviste con una persona cuando, evidentemente, no te la suda. Es descubrir que, aunque esa relación no siga, sí sigue dentro de ti todo lo compartido, todo lo sentido y todo lo aprendido. Honrar eso a la vez que sigues adelante es complicado, pero es posible, y 'REPÚBLICA', en su intento por construir el país que nació en la pareja, construye también una defensa de esta posibilidad. Porque el fin de una relación no hace menos real ese momento de cotidianeidad mágica en el que veías a un ángel ordenando el cuarto.