A grupos como The Ladybug Transistor se les suele racanear elogios y atención mediática por su filiación sixties, por ser un grupo del “palo” que apenas es saboreado por los devoradores de vinilos más excelsos y más listillos. Y a pesar de contar con muy buenos discos y con canciones excelentes a cascoporro, nunca han salido del ghetto indie pop donde se encuentran. Pues bien, esto debería cambiar con “Can’t Wait Another Day”, un disco que deja atrás ese amor por los sesenta que no era tan enfermizo como decían, para adentrarse en ese pop atemporal, ese que es capaz de picotear en un buen número de referencias sin perder un ápice de personalidad.
¿El secreto? El tono grave e inconfundible de la voz de Gary Olson (alma mater de The Ladybug Transistor y algo así como un Lee Hazlewood moderno), y la facilidad para los arreglos que tiene este espigado Juan Palomo del indie yanqui. Olson mira ahora hacia el mejor pop mainstream del mundo, el de The Carpenters (“Lord, Don’t Pass Me By”), el de The Cars (“This Old Chase”), el de Prefab Sprout (“Always On The Telephone), y encima aun tiene tiempo para plantarle cara otro de los héroes del pop sin fecha de caducidad, Richard Hawley, en la conmovedora “Terry”, cumbre de un disco casi perfecto.
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