Australian Blonde nunca han escondido su talento para lanzar melodías pegadizas, algo que no olvidan diez años después de aquel importante, pero ya muy superado “Pizza Pop”.
Con sus últimos discos, la banda de Fran Fernández está sumando a esta virtud melódica una envidiable madurez instrumental y muchas ganas de avanzar por nuevas sendas, sin estancarse. Apuestan fuerte por las formas más en boga del alt-rock (¿alt-pop?) americano, así que a nadie le sorprenderá la presencia testimonial del jayhawk Gary Louris. La fórmula de los asturianos, empero, se inspira más en los últimos hallazgos de Wilco, palpables en canciones como “Sweet Lullaby” e incluso Lambchop (“Happy Here”) o Flaming Lips. También hay lugar para la épica minimalista velvetiana en “Almas de metal”, la única pieza en castellano entre estas “Canciones de amor y gratitud”. Con Pablo Errea (Edwin Moses) supliendo a Tito Valdés por su aventura neoyorquina, la rubia australiana da un nuevo paso firme por el camino que emprendió al cruzarse con Steve Wynn en “Momento”, ya consolidado con el posterior “Lay It On The Line”. Siguen creciendo.
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