Psychic Jailbreak

La marcha de su guitarra, Scott Middleton, en 2021 fue un golpe duro, sin duda, pero no mortal. Los que hemos seguido la evolución de los canadienses Cancer Bats sabemos que el escenario es el hábitat natural de estas bestias oriundas de Ontario, que harían todo lo posible por seguir vivos y salir a la carretera más pronto que tarde.

“Este camino, amigo, la vida, es una bendición, no una maldición”, cantan en “Lonely Bong”, incluida en el presente “Psychic JailBreak”, un séptimo trabajo que confirma por encima de todo la capacidad de resiliencia, el compromiso casi heroico, de esta banda de hardcore punk con casi dos décadas de existencia. La letra de “Lonely Bong” no es precisamente una elegía, al contrario. En ese mismo corte celebran todo lo vivido, los buenos y los malos momentos, también brindan por esos lugares convertidos en hogar lejos del hogar, espacios perdidos como la añorada sala Rocksound de Barcelona. Bonito guiño a un garito que han visitado en incontables ocasiones y donde siempre han sido recibidos con honores.

Lejos de andar cojos sin su ‘guitar hero’ titular, un auténtico maestro del riff, el ahora trío camina con sobrada solvencia. Como si se hubieran conjurado para que no se note la ausencia de su buen amigo, ahora centrado en su faceta como productor, los tres Cancer Bats nos entregan ahora un disco cargado de trallazos de hardcore punk que resultan agradablemente familiares desde los primeros compases.

En este disco editado por el sello de la propia banda –como el anterior, “The Spark That Moves”, de 2018– reconoces a los Cancer Bats de siempre, esos que abrazan por igual la discografía de Black Sabbath y el punk más salvaje de los ochenta, en esta nueva tanda. Unas veces rápidas como “Pressure Mind” y “The Hoof”, dedicada a la cultura skate de los noventa, y otras veces más pesadas como la pantanosa “Hammering On” o “Keep On Breathing”, en la onda sureña de Every Time I Die, siempre imponentes. Y en este punto me gustaría hacer una referencia explícita a su bajista, Jaye R. Schwarzer, que también ha asumido las guitarras en este disco. Tenía una buena papeleta y la ha resuelto con nota.