Después de aterrizar por partida doble hace cuatro años con dos discos muy recomendables en diferentes sentidos (“Beet, Maize & Corn” en su explosión de pop pastoral de cámara; “Retrospective: Rarities & Instrumentals” para situar algunas de sus caras B como estupendas composiciones injustamente marginadas) Sean O’Hagan y sus High Llamas se lo han pensado mucho antes de continuar su exploración hasta el momento impecable de los paisajes más luminosos y aireados de la música pop.
En “Can Cladders” retoman el espíritu estival de “Hawaii” (V2, 96) y la instrumentación deliciosa de su último disco de estudio, con esos arreglos de cuerda encantadores de “Honeydrop” o el arpa –que revitalizan igual o más que Joanna Newsom– en “The Old Spring Town” o en ese homenaje a Dorothy Ashby (1932–1986) que lleva por título el nombre de la compositora del memorable “In A Minor Groove” (Prestige, 58). “Can Cladders” recuerda al Bacharach que no volvió en “At This Time” (Columbia, 05); “Bacaroo” se nos lleva al mundo onírico –y puntualmente inspirado– de Stereolab; “Clarion Union Hall” aúna la experimentación con el gancho popero que Brian Wilson quería conseguir con su “Smile”. Un retorno impecable que a O’Hagan le va a ser difícil superar.
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