Oviedo, San Mateo 1991
DiscosCamarón

Oviedo, San Mateo 1991

9 / 10
David Pérez Marín — 07-01-2025
Empresa — Universal Music
Género — Flamenco

Un quejío canastero más puro que la mimbre y más libre que la luna y el sol juntos, una forma de sentir el cante única, adelantada a su tiempo, alguien que, por nuestra zona de Cádiz, era considerado familia y mesías al mismo tiempo: José Monje Cruz, Camarón de la Isla. Yo tenía casi diez años y recuerdo muy vivamente la noticia de su muerte en televisión, su ataúd con la bandera gitana, repleto de flores y flotando por una multitud de personas que lloraban y lo vitoreaban al mismo tiempo. Hay gente que no debería de morir nunca y, aunque Camarón se fue con tan solo 42 años, su revolucionario legado es infinito y todo lo que vino y vendrá es deudor de él.

Este “Oviedo, San Mateo 1991”, guardado en un cajón durante más de tres décadas, es un hallazgo histórico, un regalo caído del cielo: una grabación del concierto que dio junto a su querido Tomatito unos meses antes de morir, el 13 de septiembre de 1991 en la Plaza de Toros de Buenavista de Oviedo con motivo de las fiestas de San Mateo.

Cintas tratadas ahora por su hijo mayor, Luis Monje, con el cariño y excepcional mimo que se merecen a la producción. Además, estos cinco cantes a corazón abierto, vienen acompañados por un espectacular y cuidadísimo libreto de más de treinta páginas, con fotografías y extenso texto (dirigido por Nacho Serrano), en el que numerosos artistas de diferentes estilos y generaciones hablan sobre la influencia de Camarón en sus obras y vidas, en la música y arte en general. De Enrique Bunbury a Eduardo Rodríguez Rodway (Triana), pasando por Víctor Cabezuelo (Rufus T. Firefly), Dandy Piranha (Derby Motoreta’s Burrito Kachimba), Miguel Poveda, C. Tangana, Rosario La Tremendita, Cristian de Moret, Israel Fernández, Carmen Linares o Rosalía, por nombrar sólo a algunas y algunos del medio centenar de artistas que han querido sumarse a esta formidable grabación y homenaje a una figura sin igual.

“Voy a comenzar cantando un poquito por Alegrías y luego me pedís lo que queráis”, y eso hace, Tomatito enciende la mecha y la hoguera del duende arde como si fuera la primera y última vez: “Verea del camino, / fuente de piedra, / cantarillo de agua lleva mi yegua… / Las olas rompen la mar, / las espumas levantan / y sobre la arena blanca yo me duermo para soñar…”. Y soñamos, como el público que tuvo la suerte de presenciar en vivo el recital, un sentir colectivo que nos llega como si estuviéramos allí, vibrante y emocionado, entre vítores y jaleos a cada mágica estrofa y quejío, de principio a fin en una actuación que ahora sí, podemos disfrutar una y otra vez. No podía faltar, en tierras mineras, esos Tarantos que hacía como nadie, una desgarradora “Una mina de Asturias”, en la que nos duele y corta la respiración ese niño que araña con sus uñas la tierra, en busca de su padre, tras el derrumbe en la mina; para pasar luego a poner boca abajo la Plaza de Toros de Buenavista con doce minutos encadenados y liberadores por Bulerías enamoradas de la vida, aunque a veces duela, con Tomatito brillando a cada paso al toque. “Luna que brilla en los mares, / los mares oscuros, / ay, luna ¿tú no estás cansá / de girar en el mismo mundo? / Ay, luna quédate conmigo / y aun no te vayas, / porque dicen que hay veces / se tarda el alba”. Dicen que “Na es eterno”, pero mienten, Camarón lo es. “Ya no me cantes cigarra / y apaga tu sonsonete, / que llevo una pena en el alma, / como un puñal se me mete, / sabiendo que cuando canto / suspirando va mi suerte. / Bajo la sombra de un árbol / y al compás de mi guitarra / canto alegre este huapango, / porque la vía se acaba / y no quiero morir soñando, / ay, como muere la cigarra. / La vida, la vida, la vida es, / es un pasatiempo, / la vida, la vida, la vida es…”. Y se podría haber acabado el mundo. Pero no, nos terminan de embrujar por Tangos y recordamos esos labios que “Me saben a caramelo”, para rematarnos como mandan los cánones, con la templanza de unos Fandangos que cincelan el aire y paran el tiempo.

“Oviedo, San Mateo 1991”, si no te lo trajeron los Reyes Magos, regálatelo y regálaselo a quien quieras de verdad, no es sólo música y arte mayúsculo, es una vida extra a cada escucha.

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