Exposición

Resulta extraño referirse a “Exposición” (Mont Ventoux, 17) como el debut estricto de Calavera, después de las jugosas referencias en formato de single o EP dejadas por la formación con anterioridad. Pero lo cierto es que el grupo se enfrenta al fin al formato de largo, dando el paso definitivo que su carrera reclamaba y con las expectativas al máximo después de las remarcadas virtudes probadas por los zaragozanos en obras cortas como “El Monte del Perdón” (Auto, 15) o “Quebranta” (Auto, 14).

En este estreno relativo, el cuarteto respeta su esencia como grupo, esto es: delicadeza, elegancia, profundidad, y gusto por el detalle obsesivo en cada una de las canciones. Pero al mismo tiempo han evitado el estancamiento y la reiteración, apostando por incluir palpables diferencias en su sonido. Algo que quizá podría entenderse como madurez, en plena ironía dado el limitado bagaje discográfico de los autores, pero que en realidad es la conclusión que se desprende del desarrollo mostrado a lo largo de los tres años de vida del proyecto.

Este es un trabajo de pop orgánico y suave, con clara querencia por las texturas de los ochenta y presencia destacada de teclados, en donde las formas aparecen algo difuminadas en pos de cierta experimentación. Así mismo, la voz de Álex Ortega también presenta diferentes texturas a lo largo del decálogo, lo que potencia esa sensación de variedad estilística. Algo así como lo que realizado por Bon Iver en su última entrega, en un referente que se añade a las de otros artistas inquietos como Low, Wild Beasts, Radiohead, Bill Callahan o Atlas Sound.

“Exposición” (Mont Ventoux, 17) gira en torno a sentimientos y vivencias, pero presume de una accesibilidad más palpable, tras mostrarse amable en apariencia y con una narrativa adictiva en canciones como "Atlas", "Esqueleto", "Cielo Nocturno" o "Desfiladeros". Una conjunción de elementos que, para los aragoneses, puede significar la apertura de numerosas puertas y hacia diferentes sectores de público. Sin miedo alguno.