C. Tangana ha estrenado “El Madrileño” generando un revuelo popular como no se había visto en los últimos tiempos en nuestro país con el lanzamiento de ningún disco. El poder transformador de Puchito empieza en sí mismo y ha alcanzado, esta vez, a toda España. La evidencia es palmaria. C. Tangana ha creado un público a su imagen y semejanza que, de la noche a la mañana, se ha despertado escuchando a Eliades Ochoa o a José Feliciano. De todos los giros en la carrera de C. Tangana, este era el más arriesgado y, de momento, el que mejor le está saliendo. Las grandes obras (artísticas y no) de la historia tienen todas algo en común: saben leer el mundo en el que son concebidas para transformarlo. Una revolución política, el éxito de un cineasta como Almodóvar en los ochenta, C. Tangana con “El Madrileño”. Hace años, el propio Antón Álvarez Alfaro decía en una entrevista que con el videoclip dirigido por El Palomar de “Pop Ur Pussy” había conseguido que la comunidad de YouTube se pusiera a debatir sobre transexualidad. Nada comparado con haber conseguido poner a su país a bailar agarrado al ritmo de sexagenarios en la época de TikTok. Los novios que empezaron a salir escuchado la última tendencia del urbano hace un año, justo antes del cierre de las discotecas, mañana romperán y escucharán “Cuándo olvidaré”, una colaboración de C. Tangana con el malogrado Pepe Blanco, el cantante y compositor de la mítica “Cocidito madrileño”.
La imagen de ese “Cocidito madrileño” de Lhardy, uno de los nuevos pilares del imaginario de “El Madrileño”, que aparece siendo devorado por Bárbara Lennie en el videoclip de “Comerte entera”, es también una buena forma de representar la transformación que ha debido de vivir C. Tangana para llegar a su envidiable situación actual. Después de pasarse años intentando que la gente le adorara personalmente, ahora nos presenta un guiso, una receta, donde está lo mejor de él pero sin él. Un cocido madrileño que captura su esencia sin capturar a su persona, camuflada, escondida, esta vez, entre más de una docena de artistas diferentes que le acompañan. Lhardy no funcionaría solo con el nombre, también necesita a la cajera que está en la entrada cobrando, y al maître que le reclama afectuosamente al cliente de toda la vida que se está intentando ir sin pagar.
Este papel coral lo cumplen nada menos que (permítanme incluir al plantel de colaboradores al completo) La Húngara, Niño de Elche, Toquinho, Ed Maverick, Gipsy Kings, Jorge Drexler, José Feliciano, Omar Apollo, Elíades Ochoa, Carín León, Adriel Favela, Pepe Blanco, Kiko Veneno y Andrés Calamaro. Todas estas figuras de la música de ayer y hoy (como se solía decir) han entendido el poder de lo que están haciendo. Con “El Madrileño”, C. Tangana quiere lograr con el público lo que ya hizo con la industria musical: volverla del revés.
“El Madrileño” es un álbum autoconsciente y elaborado al detalle, tanto en lo musical como a través del soporte visual sin el que no podríamos entender el trabajo y que ha creado una mente preclara como la de Santos Bacana, un nombre que acabará llegando al gran público como ahora llega el de C. Tangana. “Ingobernable” es una maravilla que ya adelantó Tangana hace un año en un videoblog de sus viajes por el mundo, cuando Argentina y España estaban solo a unos dólares de distancia. José Feliciano sale del G- Mix de “Un veneno” sombreándola con su guitarra sin arrebatarle su brillo propio. “Párteme la cara” es una canción genial y sencilla que dentro de unos años tendrá su lugar de privilegio dentro de la música española del cambio de décadas y que sintetiza a la perfección el Tangana del que venimos y al que hemos llegado. De Alizzz a Alizzz, por cierto, que sigue siendo artífice del sonido con el que sueña Tangana.
Antón Álvarez Alfaro se ha ganado el derecho de jugar mirando a la historia y no solo al presente. Por eso, “El Madrileño” es también una profecía autocumplida de 2016, cuando dijo que se pasaría a la música alternativa cuando ya hubiera hecho todo lo que tenía que hacer en el mainstream. Dicho y hecho. Logrará llegar a más gente que intentando ser lo que no es. Esa es la gran lección que C. Tangana quiere enseñarnos que ha aprendido. El es de Madrid, la ciudad donde todo el mundo puede sentirse en casa. Tanto es así, que incluso los muertos han venido a juntarse en la casa que ha construido “El Madrileño”.
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