Es como si lo estuviera esperando todo este tiempo, tras la publicación de “Untrue”, su último álbum. Porque, más que un recopilatorio, “Tunes 2011-2019” es uno de los lanzamientos más importante de la década. No es casualidad que los diecisiete hallazgos aquí reunidos hayan sido ordenados saltándose la cronológico de los epés de los cuales provienen.
De la crackología abisal de “State Forest” al dubstep fantasmagórico de “NYC”, el trayecto dispuesto prosigue una lógica emocional, donde cada parada subraya con mayor intensidad el objetivo final que Burial se marcó a lo largo de esta década: difuminar marcas sonoras y trazos estilísticos hasta que lo único que quede sea su no-rostro desintegrándose en la niebla londinense. No en vano, hitos como “Stolen Dog” y “Supermarket” describen paseos solitarios en la noche de la gran megalópolis inglesa, a los que Burial pone banda sonora.
Con el dubstep y la crackología como brújula hacia el vacío genérico, el aura india de “Subtemples” o el alma post-rave de “Young Death” remarcan su huida de toda frontera electrónica conocida. Y lo ha hecho a base de arrastrar el minimalismo más allá de fronteras que, únicamente, James Blake había transitado en su primer largo. Sin embargo, Burial ha ido más lejos que nadie. La verdadera soledad del corredor de fondo le pertenece a él. Y este trabajo es su maratón más sonada. Cadena de invenciones que constatan el arduo trabajo que fue llevar a cabo cada una de las piezas que moldeó a la lo largo de la década. Piezas de un reloj con las manecillas congeladas en la hora cero de una sensibilidad afinada desde la ambición de viajar por un túnel del tiempo inventado. Casi dos horas y media que se erigen como el testamento que todos estábamos esperando, y la prueba irrefutable que confirma la infalibilidad del Proteo cibernético de nuestros tiempos.
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