La carrera en solitario de Enrique Bunbury siempre se ha visto sacudida por su característica como culo inquieto, dando saltos mortales y arriesgándose a perder a su propia audiencia. Quizás movido por la alargada sombra de los Héroes del Silencio y aquellos gritos de “Morrison, Morrison”, Bunbury decidió reinventarse a sí mismo como una especie de camaleón hispano, un Bowie latino, que coqueteaba con la electrónica, miraba sin rubor a la copla, el tango, las rancheras, el bolero o se miraba en el espejo de Raphael, sin olvidar nunca su amor por el rock.
Ahora vuelve con “Posible”, su décimo disco en estudio, una obra de la que afirma sentirse especialmente orgulloso y de la que ha escrito lo siguiente: “Este es un disco muy importante para mí. Tremendamente personal. Creo que hay en sus surcos composiciones musicales, versos, melodías y producción que me parecen de valor. No me importa confesar abiertamente el cariño y el amor que siento por esta nueva grabación, que mira al presente y a mi manera de sentir el día de hoy”.
Desde luego es uno de los discos más personales de su carrera, con algunas de sus letras más directas. En lo musical ha buscado darle una vuelta a su sonido apostando por un toque más electrónico, eso no quiere decir que haya hecho un “Radical Sonora II”, aquí la electrónica está mejor integrada en su sonido. Tampoco es que de repente haya descubierto a Arca o Jamie XX, es una electrónica basada en Depeche Mode y quizás el “Reflektor” de Arcade Fire. No es un gran derroche de originalidad, pero se podría decir que este disco suena a él, con esos vientos mezclándose con los sintetizadores y esa voz que, para bien o para mal, se impone a todo lo demás.
Las dos primeras canciones marcan el tono del disco, ecos de los Depeche Mode, ambientes oscuros y una banda que suena de lujo. “Hombre de acción” es la más directa, cuenta con un excelente bajo y un estribillo que es como un puñetazo. Uno imagina que será una de las más coreadas en los celebrados directos del cantante.
La mejor definición de “Deseos de usar y tirar”, que también ha sido adelanto, la ha dado el propio Bunbury cuando dijo que era como "una mezcla de bolero y electrónica contemporánea". La referencia a Nick Cave en la letra no es en vano y es que esta canción suena como mezclar al australiano de “Ghosteen” con Lucho Gatica. Es una de las canciones de amor más personales de su carrera ("tantos hombres quise ser") y suena como la mejor combinación posible entre su primer y su segundo disco en solitario, con ligeros toques de vientos, un órgano y una guitarra con toques de Badalamenti, al que se hace un guiño en el video con la aparición de Sherilyn Fenn haciendo el baile de Audrey.
“Mis posibilidades (Interstellar)” es otro de los momentos destacados. Parece lógico que Bunbury dedique una canción a la película de Nolan, teniendo en cuenta que es tan excesiva y ambiciosa como el propio cantante. El estribillo es lo más cercano a tener un “Lady Blue” en el disco. Es el momento más pop, más Bowie. Cuando Bunbury mira a las estrellas siempre se encuentra con el Mayor Tom.
En “Arte de vanguardia” vuelven a aparecer sombras de Nick Cave y, sobre todo, de los Depeche Mode de “Violator”, mientras que en “Mariachi sin cabeza” vuelve a jugar con los géneros, un fondo drum’n’bass para una melodía con querencia latina. En “Como un millón de dólares” habla sobre Estados Unidos con un punto funk en las estrofas hasta llegar a un estribillo altamente coreable. La verdad es que uno puede imaginarse a Enrique cantándolo a todo pulmón en un escenario de Las Vegas.
El final del disco llega con “Los términos de mi rendición”, una balada descomunal que le va como anillo al dedo, "antes era un coloso, ahora un vampiro", con unos grandes coros que amplifican los pensamientos del zaragozano. Canción muy personal, "he renunciado a demasiado en los últimos años", en la que hay violín, vientos y hasta solo de guitarra.
Resumiendo, “Posible” es uno de los discos más completos del ex Héroes, tiene alguna de sus letras más personales y está excelentemente producido e interpretado, su nivel medio es de los más altos de su discografía, eso sí, lo que le impide estar a la altura de los mejores discos de su carrera como “Flamingos” o “Pequeño” es la ausencia de una o dos canciones que se puedan considerar clásicos absolutos como “Lady Blue” o “Sácame de aquí” en el primero, e “Infinito” o “El extranjero” en el segundo. Claro que, a estas alturas de la película, es bastante notable que Bunbury siga con deseos de arriesgar y buscar nuevas cosas, siempre lejos de conformarse y de vivir de las rentas. Ámale u ódiale, pero es difícil permanecer indiferente y eso es siempre de agradecer.
Bastante acertado el artículo, él nunca ha ocultado su admiración por Nick Cave incluso nombrándole en Los restos del naufragio "Nos queda Leonard Cohen, Tom Waits y Nick Cave...". En cuanto a los sonidos a lo Depeche Mode, puede haber sido excesiva la similitud de "Hombre de acción" con respecto a "So much love" (2017).