En esta casa hemos entrevistado a Bunbury para que nos hablara de su nuevo disco, este “Greta Garbo” del que ya nos desveló sus impresiones. Así que ahora toca dar las nuestras. Y, sin que sirva de precedente, vamos a empezar la casa por el tejado. Primero reflexionamos y luego vamos a las canciones. Dice Bunbury de manera continua que él es un músico en constante evolución y que entiende que algunas decisiones de su carrera sean incomprendidas. En ese sentido, lo primero que cuesta entender es el cambio de su banda, Los Santos Inocentes, tras darle varias escuchas a estas nuevas canciones. Uno no ve qué aportan estos nuevos músicos – enormes todos ellos, dicho sea de paso– que no pudiera aportar su antigua banda. Enrique sabrá, pero decir que nos cuesta verlo, no está de más. Lo segundo es su giro estilístico. Uno tiene la sensación de que a las canciones no les sienta bien, que más crudas hubieran funcionado mejor, y que la producción patina. Finalmente, y no toda la reflexión ha de ser en plan cenizo, están las letras. Puede que Bunbury, aunque pocos se den cuenta, sea uno de los grandes cronistas de nuestro tiempo, y aquí vuelve a demostrarlo, dejando claro también que pocos músicos se mojan como él. Dicho esto, vamos a las canciones.
“Nuestros mundos no obedecen a tus mapas” es rock en mayúsculas, aunque ya vemos lo apuntado. Gran letra y algo justa la música, lastrada de una producción, cuanto menos curiosa. “Alaska”, desde su título hasta su concepto, tanto musical como lírico parece la heredera de “Lady Blue”, aunque sea inferior a aquella. “Invulnerables”, primer single que se extrajo del disco, se nos antoja perfecta como adelanto. Si te gustó al oírla corre a tu tienda de discos. Si te pasó lo contrario, las otras nueve canciones no te van a parecer mejores. La huella de Bowie sigue ahí, y Bunbury la explota. Como en “Para ser inolvidables”. A estas alturas ya se ha dejado patente, como decíamos, que Enrique es de los que se moja, y que no le da miedo opinar sobre cualquier cosa. “De vuelta a casa” es la canción que da más sentido al trabajo. Como nos decía en la citada entrevista, una canción sin metáforas. Él siente que, con este disco, vuelve a ciertos orígenes, y así lo dice. Y quizá no le falta razón.
“La tormenta perfecta” es buena, muy buena, y contrasta demasiado con “Autos de choque”, quizá la más floja del disco en cuanto a letra. Por suerte acabamos con “Armagedón por compasión” –qué gran título– y la destacable, a la par que extraña, “Corregir el mundo con una canción”. Nos releemos y llegamos a la conclusión de que calificar “Greta Garbo” de irregular quizá sea su mejor definición.
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