Que gente como Bob Wayne o The Legendary Shack Shakers los reconozcan como “unos de los suyos” tiene que llenar de orgullo, no sólo a los miembros de la banda catalana sino también a todos sus seguidores. Y además es una muestra más de la eterna manía que tenemos de no mirar lo que tenemos más cerca. Algo que no hace sino confirmar la escucha de este disco. Porque más allá de coñas en el título o en su propia definición de estilo como “garrulograss”, lo que hay en estas diez canciones es algo muy serio. Es difícil desconectarlos de las influencias yankis, aunque no creemos que más allá del charco se atrevan a titular un tema «El folla cerdas», pero maldita falta que hace. Cada uno tiene sus referencias y son lo que son. A fin de cuenta ellos tienen tanto de copia de los outlaws clásicos como el citado Wayne o Hank III. Y si nadie se atrevería a discutirles a ellos la legitimidad de su propuesta ¿nos vamos a atrever con Th’ Booty Hunters? Yo no lo haría; dicen que son hijos del diablo.
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