Este disco podría haber sido publicado a mitad de los setenta. Sí, limando algunos aspectos de producción, podría pasar perfectamente por una pieza de coleccionismo del folk británico de la segunda mitad de los sesenta y primera de los setenta. Y nadie se daría cuenta de que su galleta marca 2025 como fecha de publicación, La voz de Bridget Hayden es solemne, gótica, recia, algo espectral. El sonido, más bien espartano: violín, banjo, armonio, guitarra acústica y poco más, provistos por Sam McLoughlin y Dan Bridgewood-Hill, que son la base de The Apparitions. Y todo el material proviene del folk ancestral británico, de origen popular pero difundido a través de nombres como Shirley Collins, Anne Briggs, Steeleye Span o Pentangle, entre el ocaso de los sesenta y el albor de los setenta. Poca sorpresa hay ahí. Ni siquiera “She Moved Through The Fayre” deriva en la pompa que se gastaron Simple Minds cuando se valieron de su melodía para construir “Belfast Child” en 1989 (single de su álbum “Street Fighting Years”). Ni de lejos.
Todo es contenido, solariego, adusto, espiritual y bastante respetuoso con los originales, abordados con maestría –no olvidemos que este es un álbum de debut, al menos con enseña grupal– por esta vocalista de Toddmorden (12.000 habitantes), en el valle del Calder, West Yorkshire, noroeste de Inglaterra. Una población conocida por su habilidad para transformar espacios públicos en huertos comunitarios: una filosofía que se diría somatizada por Hayden para pasar por su filtro el acervo folk patrio sin desvirtuarlo. Es un buen y bonito disco, qué duda cabe, que quizá se vea beneficiado (quién sabe) por el éxito inesperado de Lankum al otro lado del mar de Irlanda, pero que pesa demasiado poco en comparación con maravillas pretéritas a manos de Cowboy Junkies, King Creosote y otros músicos que han remodelado vieja materia folk (y pop) para darle una apariencia mucho más puntiaguda. Esto es para incondicionales del género, me temo.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.