Algo debe tener la I Guerra Mundial cuando fascina tanto a artistas diversos (un ejemplo: El penúltimo álbum de P.J. Harvey). La catástrofe de la que emanaron todos los desastres, fracasos y perversas ilusiones colectivas del siglo XX y lo que llevamos de XXI, también ha atrapado al británico. Hace casi un siglo 25.000 soldados ingleses murieron durante las primeras horas de la ofensiva del Somme, que como todas las de esa guerra, no sirvió para nada. Y nuestra futilidad es la inspiración de Brian Eno; “The Ship” no sólo se inspira en la Gran Guerra, sino en el precedente naufragio del Titanic, metáfora de la arrogancia técnica del hombre frente a los elementos, cuya fuerza metafórica sigue intacta pese a tanto manoseo.
“Pensé en los vastos campos de Bélgica en los que la guerra se libró agónicamente; y el vasto océano en el que el Titanic se hundió; y qué poca diferencia toda aquella esperanza y decepción humana supusieron. Ellos (los campos y el océano) persisten y nosotros pasamos en una nube de cháchara”, explica Eno sobre su trabajo. Sería tentador aplicar todo esto a la ridícula situación política española, pero mejor nos quedamos con la música: El origen de “The Ship” está en los últimos experimentos con sonido del compositor y productor, y sus correspondientes montajes, que han dado para ocho álbumes, sumando éste.
“The Ship” marca el tono, con 21 minutos de texturas electrónicas, tensión y voces misteriosas, incluyendo las declamaciones de Eno (en “Fickle Sun” se atreve con una melodía celta y en “The Hour Is Thin”, con un recitado sobre piano). Eno, que ya tiene una edad, apela a la única manera de encontrar cierta verdad: Contando historias. Su sorprendente versión de la colosal “I´m Set Free” de The Velvet Underground, con la que cierra el disco (cuatro cortes), empatiza con la serena ironía de Lou Reed, hoy más vigente que entonces: “I´m set free to find a new illusion”. Cuánto sabía el tío Lou.
Y sí, puede que a Brian Eno se le escape alguna gota de autocomplacencia, pero el conjunto es majestuoso y el británico mantiene su inquietud intacta, lo cual ya es bastante.
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