Till the Morning

Por alguna razón, “Till the Morning” (25) no es un disco de The Lemon Twigs. En efecto, viene firmado por uno de sus miembros y producido por el otro, pero solo los hermanos D’Addario conocen en su fuero interno las razones por las que este trabajo no forma parte de la discografía oficial de la banda y en cambio sí supone el debut en solitario de Brian, el mayor de la dupla.

Uno de los motivos, se aventura uno a pensar, es que aunque el continente sea tan parejo a la estética barroca y anacrónica de lo que la formación original viene presentándonos desde hace ya diez años, el contenido es, por el contrario, mucho más personal y privado de lo que hemos escuchado hasta ahora de la misma. Y es que pese a la luminosidad que desprenden sus melodías, el elepé está cargado de dardos emocionales y confesionales bastante inéditos en la lírica de los norteamericanos, revelando con ello una descorazonadora disonancia entre acorde y palabra que enamora de verdad (“Oh there’s nothing on my mind, but I just can’t keep from cryin”, canta en “Nothing on my mind”).

Instrumentalmente hablando, el disco no engaña a nadie y lleva implícita en la huella de sus radiantes teclados, sus punteos reverberados y sus síncopas repercutidas la marca personal de una propuesta deliciosamente obsoleta (de una juguetona “Flash in the Pan” a esa oda a la juventud y el hedonismo playero que es “This Summer”, pasando por la parafernalia melodramática de “Useless Tears”). La cabra tira al monte, claro, y más allá de ese aroma a folk intimista y desprovisto de adornos que desprende el grueso del proyecto (con temas como “Only To Ease My Mind”, tan a la Simon & Garfunkel), es en muy pocos otros aspectos donde notaremos una agresiva digresión con respecto a lo que cabría esperar de un disco propiamente editado por este dúo fraterno-musical.

Pero no nos engañemos, tampoco estamos ante un recopilatorio de descartes o temas a medio hacer de The Lemon Twigs, y si logramos hacer la respectiva abstracción que aquí se nos propone, nos toparemos con los exquisitos dones de un cantautor con muchas tablas, tan capaz de desnudar su alma como de ofrecer actos de efecto fulminante en el oyente (sacarse de la cabeza ese homónimo “Till the Morning”, por ejemplo, va a ser todo un reto).

Fuere como fuere, estos once nuevos cortes son una prueba más de que los D’Addario se han colado por el pliego de un vértice espacio-temporal del que no queremos que salgan. “Till the Morning” refuerza el compromiso de estos artistas por seguir nadando a contracorriente, con una flagrante deuda consanguínea con el hacer de su padre, pero con el talento suficiente para andar su propio camino y que a nosotros nos valga la pena seguir dando cuentas de ello.