Si eres seguidor del americana music a buen seguro que el apellido Cobb te resulta familiar. Por un lado tenemos al afamado productor Dave Cobb, responsable del sonido de discos de éxito de artistas como Chris Stapleton, Jason Isbell o Brandi Carlile, y por otro lado está su primo Brent Cobb, que protagonizó en 2020 un disco titulado “Keep 'Em On They Toes” que se coló en casi todas las listas especializadas de aquel año. También la nuestra. Pues bien este disco va precisamente de eso: de familia. Y es que Brent Cobb ha rescatado los viejos himnos de gospel sureño que sonaban en la iglesia cuando era pequeño, y les ha dado una generosa capa de barniz sonoro del bueno, contando con la buena ayuda de su primo el productor, pero también de su propio padre y hermana en los coros de algunas canciones. Y lo cierto es que les ha quedado un álbum formidable de esos que se paladean con gusto aunque seas más ateo y rojo que Satán.
“And Now, Let's Turn To Page... “ es un disco de versiones excepto por un tema de composición propia titulado “When It's My Time”. Canción que, lejos de desentonar, se acopla a la perfección al conjunto al narrar nuestro protagonista los pensamientos que tuvo tras sufrir un accidente de coche que pudo haber tenido consecuencias catastróficas. Por fortuna todo se saldó tan solo con una clavícula rota. Una de esas experiencias que te enfrentan a lo que hubiera podido pasar al sentir el frío aliento de la parca ta cerca, tocada con una elegancia marca de la casa y arropado por los coros de la amiga de la infancia y también cantante de country Caylee Hammack. Solvente voz femenina que participa en un buen número de cortes del álbum, dando el contrapunto de dulzura a la ya de por si melosa voz de Brent Cobb.
El resto os lo podéis imaginar. Tonadas que rezuman suavidad y ternura, hechas para glorificar al gran 'Lord', pero interpretadas con un oficio fuera de dudas. Y todo siendo muy fieles a la tradición sureña de Johnny Cash, Hank Williams, pero también la de Jerry Lee Lewis, cuyos discos de country grabados en los setenta estuvieron muy presentes como referente de lo que querían lograr: alcanzar la emoción más pura para fortalecer el espíritu. Justo lo que la música gospel aspira a ser. Así que gritemos todos “Aleluya” por contar en la actualidad con músicos como Brent Cobb capaces de revivir canciones tradicionales con respeto sí, pero también con la pericia suficiente para que suenen la mar de actuales.
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