Aunque no se les daba mal, me alegro de que los estadounidenses The National hayan virado desde su tercer largo, “The Alligator”, hacia terrenos más oscuros que en sus dos primeras obras.
Aunque no se les daba mal, me alegro de que los estadounidenses The National hayan virado desde su tercer largo, “The Alligator”, hacia terrenos más oscuros que en sus dos primeras obras. Gracias a ello han conseguido desplazarse hacia un terreno en el que su propuesta será más apreciada, alejándose de los equívocos referentes que solían utilizarse para hablar de ellos en sus inicios y que aquí obviaremos. Su melancolía, sus medios tiempos nocturnos y lánguidos y sobre todo la profunda voz de Matt Berninger han sido también comparados en los últimos años con Leonard Cohen, Joy Division, Tindersticks y un sinfín de artistas con los que cada vez tienen menos que ver. Y no se trata de que The National sea un grupo excesivamente original, pero su personalidad se ha estado desarrollando en los últimos años hacia algo que suena a todo eso y al mismo tiempo a nada. En “Boxer”, además, han extraído la máxima expresividad a los arreglos de cuerda y a los pianos de Sufjan Stevens (sobre todo en la emocionante “Racing Like A Pro”) para dar forma a uno de esos trabajos que justifica ya de por si la existencia y la permanencia en la actualidad de cualquier grupo, aunque sea en una discreta segunda fila.
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