Ben Harper se está convirtiendo en un artista previsible en exceso. Ya lo fue en su anterior entrega, el variado hasta el despiste “Diamonds On The Inside”, y lo es en mayor medida con este doble compacto que nada aporta a su carrera en términos cualitativos (que no cuantitativos).
Más ejercicios de estilo, algo vacuos pero efectivos y sobre todo capaces de convencer a su extensa parroquia de seguidores que prefieren no ser defraudados a que su artista asuma algún riesgo. Si, como él mismo afirma, Ry Cooder es un referente para su música, bien haría en tomar nota del grado de implicación de éste para con su obra y aplicarse el cuento, de lo contrario no hará más que marear la perdiz tanto como suelen hacerlo otros funambulistas con red como Lenny Krawitz o Terence Trent D´Arby. Gustan por la forma en que lo hacen, por lo excelentemente bien que lo hacen, pero si rascas un poco no vas a dar con su supuesta genialidad por ningún sitio. Y es una lástima, porque sigo convencido de que Ben Harper no es aún un caso perdido. No ha llegado aún a convertirse en una parodia de si mismo como Prince, pero si sigue sin recuperar la pegada de antaño, es algo que puede ocurrirle en un futuro cercano.
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