Se le suele llamar electrónica abstracta, pero el poder de evocación que muestran trabajos como este segundo álbum de los catalanes Boreals se enmarca de pleno en la concreción de lo sensorial, en el punzante masajeo emocional de una música que si de algo no peca es de falta de foco. Comparten algunas claves con compañeros de sello como Oso Leone y I Am Dive, aunque el paralelismo que les presenta como unos Boards of Canada sin su tenebrismo críptico no sea del todo descabellado.
Lo suyo es un concepto de la electrónica paisajista, elegante, mucho más invasivo que intrusivo, y con un turgente poder de sugestión. En esa encrucijada en la que la IDM y el post rock menos rugoso encuentran un punto de acuerdo, ya sea asentándose en colchones cercanos al dub o en sonoridades con más predicamento. En consonancia con su portada y los títulos de sus canciones (“Observatorio”, “Acapulco”, “Le Fin du Monde”, “Mambo Jambo”), es este un disco repleto de coloraciones y miradas a diferentes puntos cardinales, sublimando una propuesta con cierta orientación multiculturalista, que inevitablemente conduce a preguntarse qué fue de El Guincho.
Recuerdo que a esta clase de trabajos se les englobaba bajo el epígrafe downtempo hace cosa de tres lustros. Pero pocos hubieran podido predecir entonces que la etiqueta de marras tendría correlatos tan brillantes como este, y sin salir de nuestras fronteras. Un disco a exprimir durante los meses de verano.
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