“Jamás pensé que esos discos de los Kiss / que de niño escuchaba con mi amigo Ruiz/ algún día me traerían hasta aquí / me enseñarían a vivir”. Podría ser este breve apunte de “Hombre bala” o podría ser otra letra de otra canción cualquiera de “Misión Suicida”. El caso es poner el rock and roll en el eje del discurso, devolverle el fulgor, hacer de él una forma de vida ahora que los tiros en la música popular van por otros sitios. Con dos álbumes en apenas un año, Juancar Parlange (guitarra y voz) se ha empeñado en que el regreso de los míticos (el adjetivo no está de más en este caso) Bonzos no pase desapercibido y junto a Jorge Hernández (batería), Álvaro Segovia (guitarra) y Eneko C. Eskauriaza (bajo y teclados) quiere rearmar de argumentos a sus seguidores de siempre y a los que estén por venir en esta nueva etapa.
Para llevar a cabo su misión rocanrolera, Bonzos repiten productor (Martín Guevara, líder de Capsula) y desprenden energía, descaro y pegada pop, que no es poco, un poco como sus adorados Ramones. A la vieja guardia se le puede hacer raro oírle cantar a Juancar en español, pero es que ya no estamos en los 90 y, además, en sus textos hay mucha miga, como la nostalgia por el Nueva York (y seguramente el Bilbao) de antes en “Ciudades muertas”.
Más que llorar por lo que fue y ya no puede ser, “Misión Suicida” debe entenderse como una declaración de intenciones en pleno 2018, una devoción que el inexorable paso del tiempo no atempera y que, quizás por esa fe que mueve montañas, a los Bonzos les sigue saliendo bien. Sin sonar rancios ni impostados, se mueven con soltura por los estilos habituales (punk-rock, punk-pop, powerpop, new wave) y sorprenden con una musculosa versión de “Alta Tensión” de Nacha Pop. El rock and roll es mi vida, canta Juancar. Pues eso.
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