Hay discos de ex líderes de bandas importantes que te hacen plantear la posibilidad de la jubilación anticipada –con subsidio y transporte público gratis- para los músicos pop. Y es que estos son todo lo contrario que el buen vino, y un poco como la fruta fresca: envejecen mal. Hay excepciones, claro, a una regla que dice que o bien continúan haciendo un pálido reflejo de su anterior trabajo o intentan sofisticarlo hasta el bostezo.
Aunque es muy digno, el primer disco en solitario de Tim Booth, ex líder de James que había debutado fuera de su banda con “Booth & The Bad Angel” (Polygram, 96), junto al compositor de bandas sonoras Angelo Badalamenti, me recuerda un poco al “I Believe” (PIAS, 03), del ex Charlatans Tim Burgess. Son músicos con intuición que saben vestir sus canciones en un producto amable, pero que ya no aportan nada realmente interesante. El álbum de Booth confirma su olfato para algunas melodías, pero baladas fofas como “Discover” restan puntos a sus esfuerzos. Un disco que, sin embargo, se aguanta bien en los temas más soul acompañados de una rítmica con tablas de resultado hipnótico y en otras casi bailables como “Monkey God”, que demuestran su habilidad para juntar el rollo baggy mancuniano con un romanticismo casi robótico. Recomendable para fans.
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