Bolsa amarilla y piedra potente
DiscosDerby Motoreta's Burrito Kachimba

Bolsa amarilla y piedra potente

8 / 10
David Pérez — 09-04-2024
Empresa — Primavera Labels
Género — Hard Rock

La kinkidelia está de vuelta con “Bolsa amarilla y piedra potente”, tercer largo de Derby Motoreta's Burrito Kachimba, la banda andaluza que maravilló a público y crítica con su debut homónimo, “Derby Motoreta's Burrito Kachimba” (19) y que afianzo su propuesta con el sobresaliente “Hilo negro” (21), además de firmar la pieza principal de la banda sonora de la película “Las leyes de la frontera” (21) de Dani Monzón, por la que estuvieron nominados a los Premios Goya. Les toca la prueba de fuego de una tercera entrega y la pasan con creces, firmando doce nuevas pistas en las que, con su indiscutible sello intacto (raíces de rock andaluz con frescura y personalidad propia, más un extra de psicodelia llameante y una poética sureña de altos quilates), suman experimentación, nuevos matices y redoblan la potencia sonora.

El álbum consta de dos partes claramente diferenciadas, una primera más enérgica, afilada y eléctrica; y una segunda más ambiental y con texturas expansivas, abriendo nuevas vías en su sonido a base de exploración electrónica y el uso creciente de sintetizadores en varios temas. Se nota el trabajo a fuego lento (pararon un año de girar para concentrarse íntegramente en el disco) y las piezas se funden unas con otras a la perfección, dando una sensación de continuidad dentro de la reinante eclecticidad y orgánica convivencia de géneros, del hard rock, al heavy o incluso al metal, pasando por los sonidos de Anatolia, el flamenco, la electrónica y la omnipresente psicodelia, por nombrar sólo algunos.

“Agua grande” sirve como inquietante obertura “cinematográfica” que anuncia que algo potente se acerca… Así es, despegamos con “Seis Pistones (Makensy’s Dream)” y las enfurecidas guitarras (casi no habrá tregua a lo largo de los surcos) provocan el primer temblor de tierra, con reverb y distorsiones marca de la casa. “Se ha despertado ya en la profundidad…”, la aventura comienza, “cruzamos una brecha temporal / la criatura nos acecha en el umbral, / vamos buscando sin piedad / el rastro de la muerte y la maldad”. La banda al completo fundiendo metales y en busca de ese ser maléfico, con sus queridos Black Sabbath bajo las alas. Y cuidado, balacera a quemarropa en el siguiente parpadeo con “El chinche”, hard rock y blues llameante, con una desenfrenada y grasienta armónica (a cargo de Álvaro Aspe de The Milkyway Express) y la banda reventando cada uno de sus instrumentos, con distorsiones mil y un Dandy a tumba abierta de principio a fin. Uno de los temas más potentes, frescos y callejeros del lote, con otra letra kinkidélica que nos gana en la primera frase: “Tú te rebelaste / porque tú querías / arroz con tomate”.

No hay respiro y los sonidos del rock de Anatolia y arabescos se entrecruzan con breakbeat y drum and bass de la vieja escuela en “Prodigio”, con base rítmica y latido/sampler de “Smack My Bitch Up” (ahora comprendemos el título-homenaje) incluido. Una rave quinqui bajo la luna llena con mujeres al mando, inspirada en “Las Bacantes” de Eurípides. La estela mitológica continúa y sigue fundiéndose con la poética costumbrista que tan bien maneja la banda en “Ευλαλω (Ef Laló)”, con una primera parte que nos atrapa y eriza la piel desde los primeros versos, con Dandy rebosante de pellizco y Lole y Manuel como amor y faros, más una base rítmica que es puro Caño Roto por momentos: “La flor de tu cuerpo se me abre como un rayo de sol / tu boca temblando en la sombra / y mi garganta es manantial. / Los lunares de tu piel / son siete espejitos negros, / siete espejitos negros / donde yo quiero caer”. Y una segunda parte más oscura, casi ritual, en la que aparece la leyenda de Santa Eulalia y su martirio, con experimentales coros griegos para completar otra de las piezas más redondas del disco.

La primera parte se acerca a su fin con el penúltimo zarpazo, “Daddy Papi”, secuela de uno de los temazos de “Hilo Negro”, “Porselana Teeth”. De “aquellos chacales que se escaparon por el puente tras sembrar sangre en el descampao”, a esta “emboscada” bajo una tormenta de riff. Y ahora sí, cerramos surcos con la que quizás sea la joya de la corona del disco, con la banda vaciándose y demostrando todo su potencial en la explosión de colores y aromas de “La fuente”, con una lírica cargada de simbología poética y el “Aunque es de noche” de Morente palpitante en el ojo del huracán: “A la fuente fuiste a beber / aunque era de noche”. Uno de esos hits instantáneos con alma, en los que la esencia de DMBK rezuma por los cuatro costados. Del estallido de luz cegador de “La fuente” a la oscuridad melancólica y sintetizada del inicio de la segunda parte con “Manguara”, con el soniquete de “Stranger Things” en el aire y una amalgama controlada de texturas en las que flotamos sin darnos cuenta, con Dandy rompiendo la contención y abriendo el cielo en dos con ese “Sobre la tierra caerán las lágrimas… / La corriente nueva arrastra / lo que no dijiste ya se va”. La experimentación cesa y el enjambre furibundo de guitarras ataca de nuevo en “Gun-Gun”, la canción más estrictamente social del disco, con una letra que habla de los refugiados que tienen que abandonar su tierra y todo lo demás, bajo bombas y terror: “Dame valor para escapar / que ya no tengo miedo de acabar / en el infierno”.

“Pétalos” es otra de las piezas más juguetonas y diferentes del lote: inicio de riffs seductores, Papi Pachuli golpeando el centro de la Tierra con las baquetas y, de repente, todo se apaga, el tiempo se ralentiza y los sintetizadores crean una atmósfera densa que la voz de Dandy cruza entre ecos, como en medio de una ensoñación o bajo los efectos de algún alucinógeno, reviviendo escenas de la añorada infancia… Hasta ese “¡Vamos a despertar!”, y volvemos, poco a poco, a la relampagueante base rítmica y a las afiladas guitarras iniciales. Nos acercamos al final de los finales y toca un nuevo chute de energía, con la batería y el bajo reventándonos el pecho y una endiablada tormenta de riffs arañándonos por dentro en “Manteca”, con Dandy quemando las naves en cada quejío eléctrico: “He llegado al fin del tiempo / buscando tus ojos / y no los encuentro / llevo a la muerte como amuleto / voy soñando que ya te tengo”. Poco más de dos minutos a todo trapo, con cadencia flamenca y alma descarnadamente punk. En directo se antoja combustión instantánea.

“Cuando te conocí, / la ventana se abrió desde dentro, / yo pase por allí / mientras te asomabas al huerto. / No me llores, / tú no me llores, /que te traigo carros de flores”. El querer que enciende y funde dos corazones en el dulzor del fuego, y el amargor final de dejar de sentir aquello. La emocionante y doliente “Tierra” para terminar, pieza con una base rítmica muy marcada, cruces de guitarras y una parte central muy melódica y pegadiza en la que Dandy cincela cada verso, hasta romper todo molde en el crescendo sintetizado y atmosférico, con toda la banda echando el resto. “No me llores, / tú no me llores, / que la aurora trae sus colores. / Cuando me despedí, / me llevaba tu recuerdo amargo”. Silencio continuado y aparece una pista oculta/broma final, el blues “The Ballad Of Yellow Bag & Power Stone”.

Dandy Piranha (voz), Bacca (guitarra), Gringo (guitarra), Soni (bajo), Papi Pachuli (batería) y Machete Carrasco (sintetizador y teclados), Derby Motoreta's Burrito Kachimba, vuelven a demostrar que son una de las bandas a batir, con su espíritu King Gizzardiano intacto y sumando referencias que van de James Blake, a Tame Impala o sus amigos Rufus T Firefly. Aún no tienen techo y, si lo encuentran, lo romperán.

 

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