Cuenta Bob Mould que la escena de recoger su guitarra del rincón donde ha estado siete años y volver a ponerle la mano encima fue como la de dos viejos amigos que se encuentran después de tanto tiempo y se redescubren. El ex Hüsker Dü y ex Sugar rompe así un periodo dedicado a la búsqueda de otros sonidos más allá de las seis cuerdas y promete disco de reconciliación. Pero hay cosas que han cambiado.
Mould, uno de los responsables de llevar el hardcore al cielo, ejerce ahora de Dj y remezclador, frecuenta amistades como Richard Morel (Deep Dish) y ofrece información sobre sus borracheras en uno de esos blogs tan de moda. Y todo eso se nota en “Body Of Song”, disco de rock muy bien peinado donde el músico ha volcado lo aprendido con el PC: graba las guitarras para convertirlas luego en loops, filtra su voz por el vocoder, todo muy high fidelity. Es decir: que si se le puede acusar de algo es de fashion. Lo mismo se lanza a la pista de baile (“(Shine Your) Light Love Hop”; “I Am Vision, I Am Sound”, donde parece Girls Against Boys tocando el “Achtung Baby”), que al chill-out (“Always Tomorrow”), que entrega un estribillo de punk-pop para la MTV (“Paralyzed”). Lo mejor del disco hay que buscarlo en el olor old skool que desprenden “Missing You”, “Underneath Days” y “Best Thing” (con Brendan Canty, de Fugazi) y cuando se pone en plan emo con el chelo en “Days Of Rain” y “Gauze Of Friendship”, una agridulce exaltación del amigo homosexual que le eleva dos palmos del suelo.
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