The Magic Whip
DiscosBlur

The Magic Whip

7 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 05-05-2015
Empresa — Parlophone
Género — Pop

Contra el pronóstico más común en estos casos, Blur han vuelto doce años después con un álbum que ni es una continuación lógica de “Think Tank” (2003) ni tampoco engrosa su historial en pos de la recurrente nadería. Ni (mucho menos aún) lo emborrona con material para el olvido. Obviamente, el bagaje previo de Damon Albarn, sobre todo por lo que respecta a su afortunada síntesis sonora respecto al inmediato futuro distópico que nos atenaza y que se concretó en su “Everyday Robots” (2014), se nota. Pero lo que no era tan previsible es que ese fermento propiciase un punto en común tan feraz con Graham Coxon, quien salió por la puerta de atrás a principios de siglo para no volver a compartir con Albarn más que las tablas de los escenarios. Y menos que lo hiciera sobre un material esbozado en apenas una semana, en un inesperado receso de su gira asiática de 2013, que les mantuvo en stand by en Hong Kong.

El caso es que la sensación de extrañamiento, de alienación contemporánea que prevalece en temas como “Thought I Was a Spaceman”, “Pyongyang” o “My Terracotta Heart”, le sienta estupendamente bien a los insospechados Blur de 2015, tan alejados ya del costumbrismo britanicista como del renglón torcido filoyanqui, la tentación africanista o el coqueteo gospel. Todas ellas realzadas por una producción austera pero proteica, de precisión quirúrgica, supervisada por el habitual Stephen Street. Que esa nueva mudanza piel no contradiga las tradicionales señas de identidad de la banda, aún bien preservadas en “Lonesome Street”, “Go Out” o “There Are Too Many Of Us”, solo puede entrar en el debe de aquellas bandas que, con sus altibajos, son capaces de trascender décadas sin agonizar ni activar el piloto automático. Bravo por ellos.

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