La música elaborada por los hermanos Matthew y Eleanor Friedberg es completamente impredecible. Los delirantes setenta y seis minutos de este “Blueberry Boat” son un constante cambio de registro que, al principio, descolocan hasta desesperar, pero que poco a poco se erigen como un tratado fructífero de lo que debería ser el pop hoy en día: valiente, sensible pero también consistente.
Cuando sacaron su disco de debut a finales del 2003 The Fiery Furnaces se situaron cerca de ese garaje rock, no exento de retazos blues, aires folk y melodías pop, producido en las callejuelas de Nueva York. Ahora se desmarcan de aquél sonido planteando un disco poco habitual en la escena actual que juega con lo conceptual, recuperando el legado operístico del "Tommy" de los Who, el "S.F. Sorrow" de los Pretty Things o los desvaríos de Queen, facturando un sonido atemporal hecho de cajas de ritmo, violines, samples, pianos, baterías y versos extensos sin apenas estribillos. Este alarde desmesurado que parte de lo sencillo para darse de bruces con la complejidad más absoluta y caótica, es un paso adelante más de los “Hornos encendidos”. Si prometen un disco en dueto con su madre y otro más con el movimiento beatnik como inspiración, está claro que no quieren consejos de nadie. Ya han tomado su propio camino.
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