Si se dedica un poco de tiempo a pensar en ello, resulta difícil comprender cómo es posible que a estas alturas sigan existiendo grupos como Blood Red Shoes. La formación compuesta por Laura-Mary Carter y Steven Ansell lleva repitiendo básicamente el mismo disco desde que debutasen hace ya más de diez años con "Box Of Secrets" (Cooperative, 08). Desde entonces han incidido en su propuesta con otras tres referencias -"Fire like This" (V2, 10), "In Time To Voices" (V2, 12) y "Blood Red Shoes" (V2, 14)- igual de inocuas y previsibles, hasta llegar al presente lanzamiento.
Con "Get Tragic" (Jazz Life, 19) se repite la historia, al incluir dos o tres temas salvables (más por funcionales que por deslumbrantes) y tal multitud de relleno que, por momentos, el resultado incluso puede llegar a resultar crispante. El quinto álbum de los británicos vuelve a venir protagonizado por ese indie-pop/rock preconcebido y que, pretendiendo ser desafiante, termina por resultar poco menos que irrisorio. A la agresividad impostada de las interpretaciones vocales de los dos protagonistas hay que sumar el posicionamiento de unas guitarras de lo más manidas y esperables, además de la inclusión de unos teclados obligatorios para lograr cierto efecto de modernidad artificial.
Entre lo poco aceptable se encuentran el single “Mexican Dress” y, sobre todo, el medio tiempo “Find My Own Remorse”, que cuenta con la brillante colaboración de Clarence Clarity. El resto se reparte entre piezas impostadas del tipo de “Howl”, “Vertigo”, la inicial “Eye To Eye” (que remite a los peores Garbage), “Anxiety”, y alguna que otra colaboración a la postre desaprovechada como la de Ed Harcourt en “Beverly” y la de The Wytches en “Nearer”. Ante tal tesitura, la dupla pone muy complicado mantener la atención más allá de la mitad de un elepé lastrado también por cierta sobreproducción y, de paso, adornado con una portada pretenciosa.
"Get Tragic" (Jazz Life, 19) es un disco aburridísimo y sin finalidad clara. Un timo que aparenta mucho y en realidad alberga muy poco, firmado por un combo que (sencillamente) encuentra su principal escollo en la falta de talento real con el que concretar buenas canciones que alcancen más allá de la pose y la anécdota. Al igual que sucede con grupos como The Ting Tings, The Subways o Noisettes, el producto facturado por Blood Red Shoes tenía temprana fecha de caducidad y siempre ha adolecido de cualquier trascendencia. Son proyectos todos ellos que, si en algún momento pudieron llegar a tener algo de gracia, hace ya tiempo que la perdieron para siempre.
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