Un cuaderno negro lleno de esbozos, ideas, fotos y anotaciones con un título en la cubierta, "Negro Swan". Esta libreta que ha acompañado a Devonté Hynes durante dos años es la génesis y el mapa del nuevo disco de Blood Orange, titulado igual. Un álbum de dieciséis canciones en las que Hynes sigue explorando su sonido personal moviéndose, como siempre, hacia adelante. Blood Orange reorganiza el sonido de los ochenta y los noventa para crear un pop y un R&B actuales, emotivos, sedosos y cálidos. Cuando suenan sus pianos, cajas de ritmos y bajos, parece que nos cubra un velo compartido que nos haga ver y sentir lo mismo que esa voz suave canta.
"Freetown Sound", su excelente anterior álbum basado en el collage de sonidos, funcionaba como una narración en red donde confluían todo tipo de historias, como en Manhattan. En "Negro Swan" sin embargo nos encontramos con canciones y sonidos más cercanos, como guitarras fuera de tono y canciones que suenan a habitación. En este álbum, Dev Hynes nos habla sobre su propia experiencia de forma honesta, cercana y compleja. Como él mismo explica, es: “una exploración de mi propia depresión y de los muchos tipos de depresión de la gente negra, una mirada honesta en las esquinas de la existencia y las ansiedades latentes de la gente queer y negra”.
"Negro Swan" ha sido grabado en muchos sitios distintos, como Nueva York, Florencia, Osaka o Copenhague, ciudades en las que el artista alquilaba estudios y grababa con el único material que hubiera. En el disco escuchamos al magnate P Diddy, a la activista trans Janet Mock, a la leyenda del rap de Memphis Project Pat junto a A$AP Rocky, a Georgia Anne Muldrow, al miembro de The Internet Steve Lacy o al cantante góspel Ian Isiah; nombres a través de los que Blood Orange construye su álbum más ambicioso y con una personalidad más definida, quizá el paso definitivo que le aparte de producir a grandes estrellas para centrarse en su nombre propio.
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