Freetown Sound
DiscosBlood Orange

Freetown Sound

6 / 10
Dario García Coto — 15-07-2016
Empresa — Domino
Género — R’N’B

El nuevo “To Pimp a Butterfly”. El nuevo “Black Messiah”. El sucesor de Prince y Michael Jackson. Algunos ejemplos de las reverencias que se pueden leer estos días hacia Blood Orange y su “Freetown Sound”. No es que me apetezca amargarle la fiesta a nadie, pero da la impresión de que -especialmente o de forma más visible en la prensa musical- se ha hinchado hasta el extremo un disco con tantos pros como contras elevándolo a la categoría de obra maestra por tres motivos: como letrista Dev Hynes sigue demostrando estar por encima de la media; la política que impregna el álbum de principio a fin es clarividente, precisa y necesaria y la portada apunta a ser icónica. Eso es innegable. Pero eso no hace de un disco una obra maestra.

No lo puede ser porque la mitad de “Freetown Sound” la ocupan canciones totalmente prescindibles, con arreglos cansinos y melodías sin gancho, donde el amor de Hynes por los 80 lo lleva a lo más empalagoso de esa década. Que ya es decir. Y claro, hablamos de la mitad de un álbum largo, algo habitual en el hip hop estadounidense pero no tanto en otros palos de la música negra de ámbito anglosajón. Por ejemplo “Black Messiah” (RCA, 14), el gran referente cercano a “Freetown Sound”, tiene doce temas y acaba resultando un álbum mucho más redondo. Al final los que sostienen semejante metraje sin altibajos importantes son casos excepcionales como los de Kendrick Lamar, Anderson .Paak o Vince Staples, mientras que en otros casos recientes como los de Drake, YG o A$AP Ferg ese exceso lastra un resultado final que podría haber apuntado más alto. Y sí, se puede recortar al gusto de cada uno, pero cuando se lanza un álbum y no una mixtape suponemos que ese álbum está pensado como tal por alguna razón y debemos juzgarlo en su conjunto.

Como digo, temas como “Hands Up”, “Thank You”, “Better Numb”, “Squash Squash” o “With Him” podrían haberse quedado guardados en un cajón y nadie hubiera derramado una sola lágrima. En “But You” echa a perder lo que podría haber sido una buena canción quedándose en un Michael Jackson falto de inspiración, y “E.V.P.” con Debbie Harry salva los papeles no porque sea especialmente buena sino porque está entre lo más animado de todo el disco. Un salvavidas en forma de funk contra el aburrimiento. La producción y los arreglos son lineales e incluso repetitivos en muchos momentos del disco, con lo que otros cortes en los que se intuye potencial pasan de largo sin pena ni gloria.

Lo mejor llega precisamente cuando se sale del guión en “Best Of You”, con Empress Of, un tema brillante en todos los sentidos con una línea de bajo para enmcarcar. Junto a “Augustine” (con Ava Raiin), “Chance” (con Kelsey Lu), “Desirée” (con sampleo de Venus Xtravaganza) y “Hadron Collider” (con Nelly Furtado) son los temas clave del disco. Las cinco canciones que escuchará mucha gente, en su coche o en su móvil, de camino al trabajo donde cobra menos por su género o caminando por la calle donde cualquier gesto cotidiano puede llevarlos al cementerio por su color de piel. Ahí es donde reside la fuerza de “Freetown Sound”, porque lírica y políticamente es un disco inteligente, valiente y propio de su tiempo.

Hynes aborda la homofobia, asignatura pendiente en la mayoría de los discos que se dicen políticamente cargados hoy en día, deja espacio al feminismo y lo queer y por supuesto pone sobre la mesa los conflictos que sufre día a día cualquier persona negra en Inglaterra y EEUU (y más allá, aunque algunos aspectos están ligados al contexto occidental y/o anglosajón). Las letras abordan lo político desde ángulos personales, biográficos y cotidianos, y frases a priori simples esconden lecturas interesantes y reflexiones casi inéditas en el pop actual. A eso se suma tanto la larga lista de mujeres que colaboran como vocalistas en el álbum como los sampleos de distintas voces, que aportan una sensación coral al conjunto pese a ese poso (auto)biográfico. “Freetown Sound” puede marcar un punto de inflexión y servir de inspiración, pero ahí reside su valor. No en sí mismo sino en la toma de conciencia y evolución que pueda inspirar en otros. Porque como disco está lejos de ser una obra maestra.

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