Dice Justin Vernon que “Blood Bank” está en el polo climático opuesto a “For Emma, Forever Ago”, que si su debut era puro invierno este nuevo trabajo es algo veraniego.
Será cierto, pero este EP está compuesto desde el mismo polo emocional que su antecesor y, si bien no creará la devoción que arrastra éste, permite a Bon Iver retratar el momento por el que pasa con su banda de directo (ese dramático piano en “Babys” o el acompañamiento de la titular) y entregar cuatro nuevas canciones que aligeran la presión que debía sentir sobre sus hombros el autor de uno de los discos con más duende de los últimos años. Lo mejor, además del cambio de registro que supone “Blood Bank”, con esa historia de amor entre tubos y agujas, “Beach Baby”, nuevo escenario para la misma melancolía de siempre. La curiosidad, “Woods”, un madrigal a cappella en el que hace uso del denostado Auto Tune, produciendo un efecto extrañamente cálido. ¿Conseguirá Bon Iver repetir la magia obrada en su primer trabajo algún día? El tiempo dirá, pero algunos logros son pesadas losas.
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