Hace sólo un año parecían alcanzar su cumbre creativa con el aclamadísimo “Grassed Inn”, pero lejos de achantarse por la presión del éxito, estos australianos se lanzaron rápidamente a componer su tercer largo, un gran trabajo cuyo punto de partida es el genial título de “Illegals in Heaven”.
Hablan de algo que conocen, porque el suyo es un país boyante no sólo en lo musical, también está a la vanguardia de la persecución de la inmigración ilegal. Y en este disco a Blank Realm se muestran cabreados por eso… y por mucho más –es su disco más político, aseguran-. Se les nota sobre todo en el desaforado y agresivo tema inicial, una bomba llamada “No Views” que induce al equívoco, pues ni por asomo hay nada tan bestia en el resto del disco. Es la segunda canción, “River of longing”, la que representa sin duda el espíritu sónico del álbum: post-punk en la onda de unos The Cure fusionados con Royal Trux, repleto de delay, distorsión y capas de efectos.
Este himno cuasiperfecto –a la altura de su hitazo “Falling down the stairs”, sí sí…- cambia las pulsaciones y nos introduce en una sesión de grabación que se antoja densa y muy experimental, como si nunca antes hubieran entrado en un estudio y descubrieran un nuevo mundo de posibilidades. Y es que en efecto, su paso por The Plutonium –regentado por la banda compatriota The John Steel Singers- supone su estreno en un estudio de verdad. De allí han sacado grandes canciones como “Costume Drama” o “Palace of Love” –ésta con un agradable aroma a King Tuff-, pero por lo corto del tracklist, nueve temas, y por la sensación de que hay algo que le falta al disco para ser tan redondo como el anterior, queda la impresión de que el salto cualitativo no ha sido el esperado.
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