Tarifa

DiscosBlanco White

Tarifa


7 / 10
Fran González — 05-11-2023
Empresa — Nettwerk
Género — Folk

Tirando de frases de cero sesenta al uso, no seremos ni los primeros ni los últimos en caer en la cuenta del poder sanador de la música ni en la magia reparadora que trae consigo un entorno exento de marabuntas, estreses y ajetreos. Haciendo honores a estos benditos clichés, Josh Edwards, alma máter de Blanco White, encontró precisamente en ambos mundos, el de su profesión y el de la calma como estilo de vida, las herramientas necesarias para no solo revertir su bloqueo artístico y concebir así su segundo álbum de estudio, titulado acertadamente “Tarifa” (23), sino también el diagnóstico de una enfermedad crónica que le ha mantenido desligado de la música durante la friolera de tres años.

Edwards se presentó a sí mismo en “On The Other Side” (20) como un rara avis desde el principio. Un músico caucásico y británico, presto a dejarse guiar y aprender de cero por referentes extraños a su tradición más inmediata, pero con los que sembraría para siempre una perfecta unión entre culturas y sonidos, ajena de fronteras y límites estériles. Así es como este cantante natural de Londres gusta de vestir con los colores del sur y de los Andes la suavidad y la dulzura de su hacer, ahora recogida en once canciones nuevas enmarcadas bajo un título que rinde homenaje, sin segundas lecturas ni dobles sentidos, a ese punto de la geografía gaditana que cosió los pedazos de sí mismo.

No resulta casual que un álbum como “Tarifa” aterrice en nuestros oídos justo a finales de septiembre, cuando el verano comienza ya a coger ese cariz de mero recuerdo borroso y la playa, más otoñal y fría que hace unas semanas, se convierte en el escenario perfecto para acontecer a nuestros atardeceres más reflexivos. Por su parte, Blanco White nos va meciendo sin oposición en un mesmerizante vals con marca de la casa, donde sus renovados matices (facturados a cuenta de Pilo Aldami de Nubiyan Twist) engalanan el todo sin sobrecargar y sedan el espíritu sin empalagar. “Giordiano’s Dream”, una oda de más de seis minutos, dividida en dos partes, es la encargada de abrirnos las puertas a los próximos tres cuartos de hora en los que la rutina del exterior y el trajín de diario no tienen cabida.

La reverberada voz de Edwards, manteada por bases que hermanan la calidez de lo acústico y la emoción de lo sintético (con un brillante Bullion en la producción adicional), se viste con la indumentaria de un serpa que busca llevarnos de la mano por las inabarcable y ricas concavidades de la fusión y el mestizaje, con temas cargados de sensualidad y melosidad (“Tell Me That You Need Me”), tramos de embriagadora psicodelia (“Cornered Tiger”), o cortes dirigidos desde su inicio a retrotraernos a un estío infinito donde las preocupaciones no existen (“Silver Beaches”, ornamentada hasta el fulgor con los coros de Mavica). Con menos filtros, Edwards se arranca a ofrecernos su verbo en castellano, primero con “Una Noche Más”, e inmediatamente después con la homónima “Tarifa”, donde además logra demostrarnos que a estas alturas todavía se puede firmar una potencial candidata a canción del verano.

Guitarras flamencas, palmas, charangos y síncopas de caramelo son la marca de un artista inconformista, ávido por descubrir aquello que no salía en sus manuales y ducho a la hora de sumarlo a lo que sí. Blanco White nos demuestra así, y por vez segunda, que un folk anglosajón distinto es posible.

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