Con más discreción de la que seguro le pide el cuerpo a Jim Kerr, vuelven Simple Minds, tras el aperitivo del disco de versiones que fue “Neon Lights”. Sí, pero que no se ría nadie, que “Black & White 050505” es un disco muy apañado. Con lo mejor de Simple Minds: la densidad, la profundidad y la personalidad (las canciones no engañan sobre quién suena). Sin lo peor: el mesianismo exagerado, las guitarras rococó y la sobreproducción que acabaron con ellos.
Y recuperando el clasicismo electrónico cinemático de sus primerísimos trabajos. A Kerr le sienta bien el retiro siciliano. Fue un grande (pudo ser Bono, pero era un hortera) y parece llevarlo por fin con dignidad: “Black & White 050505” es un prodigio de contención lleno de buenas canciones, temas de gran solidez tratados con displicente savoir faire, varado en algún remanso tranquilo entre el electro-pop de “Sons & Fascination” (1981) (que les hizo buenos) y el stadium rock de “Once Upon A Time” (1985) (que les hizo ricos y famosos). Casi parece un disco perdido de entonces, remezclado. De hecho, canciones como “Jeweller”, “Home”, “Stranger” o “Stay Visible” tienen el nivel de los mejores Simple Minds. Y llenarán de esperanza a los fans.
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