Henry Rollins dijo una vez que sólo podías confiar en los primeros seis discos de Black Sabbath y en ti mismo. Seguramente, tras escucharlo atentamente y babear como un niño pequeño, ahora podría añadir a la lista “13”, su tan esperado regreso con Ozzy Osbourne como vocalista, tras alianza de nuevo con Tommy Iommi (alucinante su sonido de guitarra en este disco) y Geezer Butler. Había mucha expectación con respecto a este lanzamiento, cabía comprobar si todavía existía química entre ellos, si Ozzy iba a dar la talla cantando, si las composiciones estarían a la altura de las de su pasado. Y de un plumazo, tras una sola escucha, esas preguntas encuentran respuestas afirmativas. Y una vez más, Rick Rubin ha demostrado que es un genio, que no hay nadie mejor que él para sacarles el mayor rendimiento a músicos de este calibre. Los ochos minutos majestuosos de inicio de “End Of The Beggining”, la emoción y elegancia de “God Is Dead?”, la exhuberancia de “Loner”, el viaje de ácido en “Zeitgeist”, o “Dear Father” como colofón a un disco perfecto, el mejor tributo posible para una leyenda como Black Sabbath.
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