Ya no cuela, y eso que, en su día, un servidor defendió a capa y espada un disco como “Dead Letters”. Uno era consciente de que tenían una monstruosa capacidad de convocatoria que les convirtió en un fenómeno a lo HIM.
Desgraciadamente, ya con su secuela, el anodino “Hide From The Sun”, descubrimos que habías sobrevalorado su propuesta. Eso les llevó a pensárselo todo dos veces y a fichar ni más ni menos que al maestro de los compositores mercenarios, Desmond Child (tras algunos de los mayores hits de Bon Jovi, sin ir más lejos), aunque con ellos de poco ha servido su toque mágico. El efecto The Rasmus se evapora como el gas de un refresco, por mucho que hayan sido capaces de firmar un gran single como es “Living In A World Without You”. A partir de ahí, sopor, hastío, canciones dulzonas que se atragantan como un empalagoso caramelo gigante. Seguro que a los fineses les irá bien, que venderán como churros y que su legión de seguidores continuará rindiéndoles tributo, pero a nosotros no nos la dan con queso.
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